Opinión
El ministro de Transportes, Óscar Puente, perdió una ocasión de callarse cuando dijo que "el tren vive en España el mejor momento de su historia".
Los eufemismos que emplea el negocio de los llamados "vientres de alquiler" no alcanzan a encubrir su extrema sordidez.
Tras cinco semanas de agitación política y ausencia de los actos parlamentarios, Pedro Sánchez comparece por fin este miércoles en la Cámara Baja para someterse a la sesión de control parlamentario y también para hablar, a petición propia y de otros grupos parlamentarios, de las tres cuestiones que esencialmente animan hoy el panorama político: la política de seguridad europea y las inversiones en Defensa y la polémica energética tras el 'apagón' casi sin precedentes de la semana pasada.
La diferencia de comportamiento electoral de la izquierda y la derecha españolas es una de las claves políticas emocionales que, en muchas ocasiones, determinan los resultados finales.
Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso van camino de transformar el escenario de la política española en lo más parecido a un sainete.
Todos estamos llenos de contradicciones, vivimos con ellas. Unos se acostumbran a convivir y otros acaban en el psiquiatra.
Conste que no soy yo quien llama 'el tipo ese' a ese tipo. Ha sido su predecesor en el despacho más poderoso del mundo quien lo ha calificado así, porque ni nombrarle quiere.
Lo peor de los puentes festivos es que se acaban.
Hay sobredosis de polarización. Señal inequívoca de que se está atacando la ecuación de poder que sostiene a Sánchez en la Moncloa y de que el Gobierno se coloca a la defensiva después de los desapacibles choques entre el PP y el PSOE.
En Venezuela están acostumbrados a los cortes de suministro eléctrico. También a qué cada vez que se produce un apagón Nicolás Maduro les echa la culpa a las iguanas.
Hay quien se escandaliza ante el hecho de que nadie del Gobierno pueda o quiera asistir a los actos madrileños del 2 de mayo (y no, esto no es solamente culpa del Gobierno, claro).
Estoy convencido de que la presidente de Red Eléctrica, doña María Beatriz Corredor Sierra, es una de las mujeres más prudentes de España.
Hay fiestas tradicionales que ya no se sostienen tal y como están.
Una vicepresidenta del Gobierno, catedrática de Derecho Constitucional y ahora presidenta del Consejo de Estado dijo un día que "el dinero público no es de nadie".
Volvió la luz, pero seguimos a oscuras. Cuarenta y ocho horas después de la jornada negra del lunes 28 percibimos que solo funcionaron dos cosas como es debido: el civismo de los españoles y los transistores a pilas.
Si casi nadie sabe descifrar el recibo de la luz, ¿cómo es posible que casi todo el mundo se haya convertido de pronto en ingeniero eléctrico? ¿O la gente ya sabía muchísimo de la materia y se lo tenía muy callado? El único que reconoce no saber aún a ciencia cierta qué provocó el apagón es el presidente del Gobierno, pese a ser uno de los pocos que desde que se fundieron los plomos del país no ha hecho otra cosa que investigar en serio, aquí y allá, el enigmático orígen de lo sucedido.
"¿Podemos irnos de puente, ahora que ha pasado el Apocalipsis?".
Hay indicios de que estamos en puertas de conocer la decisión del Tribunal Constitucional acerca del recurso presentado por el PP contra la Ley de Amnistía.
La vida es el recorrido entre Eros y Tánatos, y las películas reflejan la vida. Decía Fernando Fernán Gómez que la biografía de cualquier persona es una película en la que, al final, muere el protagonista, aunque las películas que más suelen gustar son las que terminan en boda, en pleno apogeo de Eros.
El pasado lunes, con España apagada, es lógico que la publicación de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre pasara prácticamente desapercibida.
Tener un transistor a pilas era disponer de una gran cosa. En medio del trastorno general provocado por el súbito apagón, cuando la gente trataba inútilmente de arrancar un hálito de vida a sus móviles, y los pasajeros de los trenes suburbanos, enterrados y a oscuras, no pensaban sino en cómo volver a la luz del sol, y los de superficie el modo de explicarse que hacían parados en mitad de la nada, un transistor era un tesoro, y sólo los que lo poseían sabían qué estaba pasando: se había ido la luz en todas partes.
La procesión ha comenzado justo al acabar Semana Santa y tras la cual Sanchez desapareció del mapa.
El tiempo pasa y los siglos se suceden pero la Iglesia católica permanece unida a la imagen de eternidad que desde tiempo inmemorial se asocia con la ciudad de Roma.
Lo peor que le puede pasar a un país es estar instalado en la provisionalidad y en la improvisación porque eso significa que ni los que gobiernan saben lo que van a hacer al día siguiente, o lo que les van a dejar hacer los que les sostienen, ni los gobernados saben lo que les va a caer encima en razón a los caprichos, a la debilidad y a la dependencia del presidente y su Gobierno.