Ortega y “La deshumanización del arte”: la exposición que invita a pensar un siglo después

Ortega y “La deshumanización del arte”: la exposición que invita a pensar un siglo después

La Fundación Ortega-Marañón ha inaugurado el viernes 19 de septiembre la exposición “1925-2025. Cien años de ‘La deshumanización del arte’”, que podrá visitarse hasta el 11 de diciembre en su sede de la calle Fortuny. La inauguración reunió a académicos, estudiantes, críticos y curiosos en un ambiente que combinó solemnidad y celebración, música y reflexión, tradición y modernidad, tal como lo planteaba el ensayo de José Ortega y Gasset hace un siglo. La muestra se enmarca dentro de las numerosas actividades organizadas este año con motivo del centenario de la publicación del ensayo, coordinadas por el Dr. Domingo Hernández, y busca poner en diálogo la obra de Ortega con la sensibilidad contemporánea.

El acto comenzó con la interpretación del Parallel Quartet, que ofreció un repertorio cuidadosamente elegido: obras de Johann Sebastian Bach y Claude Debussy. La música de Bach, con su perfección estructural, su precisión geométrica y su armonía formal, evocaba el ideal de un arte autónomo, capaz de sostenerse por sí mismo. Por contraste, Debussy irrumpía con su ruptura de los moldes tradicionales, sus armonías impresionistas y su libertad expresiva, representando la novedad que Ortega identificaba como núcleo de las vanguardias y como fuente de desconcierto para el público. 

La inauguración contó con la presencia de las principales autoridades y representantes de la Fundación y de la Comunidad de Madrid. Intervinieron Gregorio Marañón, presidente de la Fundación Ortega-Marañón quien dijo que “no solo se propone la celebración de un centenario, sino también provocar una reflexión serena acerca de la vigencia de las ideas orteguianas; Dra. Azucena López Cobo, comisaria de la exposición; Dr. Ignacio Blanco Alfonso, director del Centro de Estudios Orteguianos; y Bartolomé González Jiménez, director general de Patrimonio Cultural y de la Oficina del Español, quien acudió en representación de la Comunidad de Madrid en sustitución del consejero de Cultura, Turismo y Deportes, Mariano de Paco Serrano. Todos coincidieron en la vigencia del ensayo: cien años después, Ortega sigue provocando reflexión sobre el papel del arte, la función del público y la tensión entre lo comprensible y lo experimental.

250922 expo 1La exposición está organizada en tres secciones que guían al visitante por un recorrido cronológico y conceptual. La primera se centra en los antecedentes intelectuales y artísticos de Ortega: los autores literarios que leyó –Tolstoi, Flaubert, Dostoievski o Pérez Galdós– y los pintores que admiró –El Greco, Velázquez, Tiziano, Leonardo–, así como los manuscritos de juventud, artículos periodísticos, fotografías y apuntes de espectáculos teatrales y musicales que sirvieron de base a su reflexión estética. Esta sección permite ver cómo Ortega combinó formación, experiencia y sensibilidad crítica antes de publicar su ensayo, y cómo su mirada se forjó en el diálogo entre la tradición y la innovación. “Se trata de una exposición que intenta acercar al público un archivo y una biblioteca, los de Ortega, que son esenciales porque pocas veces se suele mostrar la imagen de este autor desde una perspectiva menos academicista y más humana”, explicó López Cobo.

La segunda sección se concentra en 1925, año de publicación de “La deshumanización del arte e ideas sobre la novela”. Aquí se exponen las primeras ediciones, manuscritos originales y reseñas críticas de prensa, así como documentos que muestran la repercusión internacional del texto: traducciones tempranas al francés, inglés, alemán, italiano y portugués. También se incluyen materiales relacionados con las vanguardias españolas, como revistas, catálogos y carteles de exposiciones, que muestran la relación entre el ensayo y el clima cultural de la época. 

Esta parte de la muestra sitúa al visitante en un momento histórico concreto: un país y un mundo en plena transformación artística y literaria, en el que Ortega percibía la tensión entre lo accesible y lo innovador, entre la emoción y la forma. Como dijo Blanco Alfonso en su discurso inaugural: “es sabido que la repercusión de las teorías de Ortega sobre el arte y la novela transformó al libro en un acontecimiento, o dicho con las palabras de los especialistas en un ‘generador de efectos’, lo que nos movió desde el inicio a plantear una conmemoración que fuese más allá de la celebración de un escrito particular”.

La tercera sección aborda la posterioridad y la vigencia del texto. Se incluyen traducciones más recientes –ruso, rumano, coreano, chino– y una edición en braille, que subraya que las ideas de Ortega trascienden la lengua y el tiempo. En este apartado, la exposición propone también una reflexión sobre el arte contemporáneo: cómo sus planteamientos sobre lo que significa deshumanizar el arte encuentran resonancia en los debates actuales sobre la Inteligencia Artificial, la cultura digital o la mediación artística.

250922 expo 2Como cierre innovador, los visitantes pueden participar en un diálogo interactivo de diez minutos con ChatGPT sobre el ensayo. En esta conversación aparece un concepto especialmente interesante: la “deshumanizacción”. Más allá de lo que Ortega escribió hace un siglo, los visitantes pueden reflexionar sobre cómo este nuevo término se entiende hoy en día: el alejamiento de lo humano, la automatización de procesos culturales, la distancia entre creación y percepción, y el papel de la tecnología en la mediación del arte. La experiencia evidencia que la deshumanización sigue siendo un tema vigente y estimulante, invitando a pensar sobre nuestra relación contemporánea con la creatividad, el público y la sensibilidad artística.

El recorrido ofrece la sensación de estar frente a un diálogo entre tiempos. Al pasar de los manuscritos y fotografías de los años veinte a las traducciones internacionales y a la interacción con la inteligencia artificial, se comprende que la deshumanización del arte no es un fenómeno cerrado ni anecdótico: es una idea viva que sigue cuestionando nuestra relación con la creación, la percepción y el público. La música de Bach y Debussy, que abrió la jornada, se convierte en metáfora de esa tensión continua: lo clásico y lo innovador conviven, se desafían y se complementan, igual que la reflexión sobre el arte a través del ensayo de Ortega porque plantea preguntas que cada generación debe responder por sí misma.

 

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