“La próxima vez que te vea, te mato” (Anagrama, 2025) es la última novela de la escritora chilena Paulina Flores, publicada en febrero de este año. Flores es licenciada en Literatura Hispánica por la Universidad de Chile y cuenta con un máster en Escritura Creativa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Su debut literario se dio en 2015, en su país natal, con un conjunto de nueve relatos reunidos bajo el título “Qué vergüenza”. Gracias a este libro obtuvo varios reconocimientos, entre ellos el Premio Roberto Bolaño, el Premio del Círculo de Críticos y el Premio Bauer Giovanni de Venecia. En la actualidad conduce el podcast “Confieso que he leído” y fue seleccionada por “Granta” en 2021 como una de las mejores narradoras en español menores de treinta y cinco años.
Con esta nueva obra, la autora nos introduce de lleno en el mundo interior de Javiera, una treintañera chilena que se mudó a Barcelona hace dos años. En su búsqueda de un piso de alquiler acorde a sus posibilidades, conoce a Manuel, un peruano que toca el bajo, nada y mantiene una relación con una joven catalana. Javiera pronto descubre que se trata de una relación abierta y, a la vez, se siente atraída por Manuel.
En la novela destaca la mirada de Barcelona desde la experiencia de una inmigrante en situación irregular. La visión de Javiera privilegia lo vulgar y lo precario frente a la opulencia de la ciudad. Así, encuentra más encanto en Mercadona y en los rollos de papel higiénico que en la célebre Sagrada Familia.
Javiera habla con desprecio de Barcelona y de sus virtudes, pues para ella lo auténtico se halla en su mal olor. Ese olor que derrumba la epifanía perfecta de la ciudad y, en general, del ideal del primer mundo. Ella se enorgullece de la crudeza y el “cutrismo” de Barcelona porque se reconoce en ellos.
Las verdades que huelen a orina y lucen como tripas ensangrentadas son las que prevalecen en esta novela. Javiera no es un modelo a seguir, es un modelo a rehuir. Pero más que mediocre o mezquina, se convierte en un espejo. No es del todo buena ni del todo mala; es un límite, una cuerda floja. Navega por la nueva vida que está construyendo a partir de sus miedos e inseguridades. Tan humana es que las páginas del libro parecen sangrar con ella.
Esto nos conduce al singular primer capítulo. Allí se menciona de pasada que Javiera llega tarde al suicidio de su amiga. La situación resulta llamativa por el modo en que la autora mezcla lo banal con un tabú como el suicidio. Y lo hace de una forma inesperada, casi desordenada. Nos muestra que esta no es una novela pulcra: es Javiera y su caos interior.
En el plano técnico, destaca desde el inicio la casi total ausencia de diálogos. El lector no observa los hechos desde fuera, sino que habita en el cerebro de la protagonista. Sin embargo, pese a la falta de diálogo, la novela se lee con agilidad. Resulta ligera gracias al humor de Javiera y a lo caótica que es su voz. Puede pasar de declarar su amor por Manuel a reflexionar sobre la cerveza española. A ello se suma la estructura de capítulos breves que, aunque cuentan historias independientes, se entrelazan con fluidez y aportan dinamismo.
Finalmente, esta es una obra chocante, sentimental y, en ocasiones, coherente. “La próxima vez que te vea, te mato” ensalza lo sucio y lo oscuro, al tiempo que desmitifica lo elegante y respetable. Su autora busca un relato vivo y visceral, no pulcro. Javiera es una suerte de “Anna Karenina” o “Madame Bovary” del Siglo XXI: una mujer que se besa con la moral y luego se ríe de ella en su cara. ¿Es perfecta? No. Pero existe, y eso ya es mucho.