La idea (Antonio Gramsci) de que para conseguir la hegemonía política, como paso previo para acceder al poder, era necesario conquistar antes la hegemonía cultural, no ha quedado olvidada con el paso del tiempo.
En España hemos conocido una izquierda que impulsaba la batalla cultural, mirando por encima del hombro a la derecha intentando que aceptara sin reproche la pretendida superioridad moral de su causa.
El resultado de esta forma de entender las cosas son las ingenierías que buscan transformar la sociedad. Las sociedades modernas son más permeables a aceptar los cambios que vienen etiquetados como "progresistas", y se muestran reacias a considerar lo que la propaganda satiriza como conductas que son fruto de concepciones políticas reaccionarias y principios morales anticuados. Lo moderno mola. En esa estrategia ha sido y sigue siendo esencial el papel de los medios de comunicación. Los públicos y también algunos privados. De ahí el interés madrugador que tuvo en su día Pablo Iglesias, en vísperas de pactar con Pedro Sánchez la entrada en el Gobierno exigiendo el control de RTVE (y también, el CNI, por cierto). Aquello no prosperó en un primer intento, pero después varios dirigentes de Podemos y el propio Iglesias acabaron teniendo asiento en el Consejo de Ministros.
Más tarde se rompió el pacto con Sánchez y en la actualidad en el Ejecutivo solo quedan los ministros de Sumar. Ahora a Iglesias, reconvertido en empresario o promotor de la comunicación, se le ve mucho por todos platós de la televisión y la radio pública. Y no está solo en su predica. Le secundan varios tertulianos cuajados en la órbita del Canal Red, su proyecto personal de televisión. Quien llegó a ser vicepresidente del Gobierno de España no oculta que sigue en pie de guerra, y se ha ofrecido al PSOE "para reventar los activos de la derecha española " con iniciativas para controlar el Consejo General del Poder Judicial o para condicionar las licencias de emisión de los canales de televisión.
"Ahí nos tenéis para llegar a donde sea necesario"- ha dicho. Un decir que suena a redoble de tambor convocando a seguir dando la batalla por la hegemonía mediática como fase necesaria para retener la hegemonía política. Algunos madrugan mientras otros se duermen.
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