De un extremo al otro

 De un extremo al otro

Hace diez años Podemos, un movimiento de masas reconvertido en partido de estructura e ideario comunista, llegó a tener 44 diputados con un porcentaje de apoyo electoral del 20,68%. Uniendo sus fuerzas a otros partidos de izquierdas (En Comú Podem, Las Mareas y Compromís) llegaron a formar un Grupo Parlamentario con 69 diputados. Era la tercera fuerza política del país. Su momento estelar. Cuatro años después Pedro Sánchez pactaba su entrada en el Gobierno de España con tres carteras ministeriales, una de ellas una vicepresidencia que ocupó Pablo Iglesias, por aquél entonces líder indiscutible del partido. Hoy en día, Podemos solo tiene 5 diputados en el Congreso.

En una década, las preferencias de los ciudadanos parece que han cambiado. Los electores han ido virando hacia posiciones situadas a la derecha. En ese espacio en el que el PP conserva la hegemonía la novedad más destacada es el surgimiento y crecimiento de VOX, partido que se sitúa en la extrema derecha del espectro político. Hace diez años no tenía representación en el Congreso. En esta legislatura tiene 33 diputados, el 12,39% de los votos y las encuestas registran un crecimiento del apoyo entre los jóvenes de menos de treinta años.

Resulta muy llamativo este proceso de cambio en la intención de voto del segmento juvenil porque hace diez años era la base del auge de la extrema izquierda (Podemos) y ahora parece que está basculando hacia la extrema derecha (Vox). No es fácil determinar las causas de semejante pendulazo dejando sentado que, según los sondeos, no pocos votantes de Podemos y de Sumar -otra de las marcas de la izquierda situada en flanco con el PSOE- se han ido pasando a la abstención. El fenómeno de la radicalización del voto joven no se explica únicamente por la llegada de nuevos votantes. Hay jóvenes que frisan la treintena que hace diez años votaron a Pablo Iglesias y ahora, según reflejan las encuestas, parecen dispuestos a votar a Santiago Abascal.

No es un fenómeno estrictamente español. Se ha visto en Francia, en Alemania y aún antes en Italia. Y tiene una explicación sociológica compleja. Cabreo generacional, voto visceral, dificultades para encontrar trabajo y vivienda, recelo hacia los inmigrantes, etc. Llamativo, en cualquier caso, el cambio experimentado en sólo una década en la que parece que los extremos llevan camino de relevarse. Un pendulazo muy español, por cierto.


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