Y la izquierda calla

Escuchar a Pedro Sánchez diciendo: "Esto no va de mí" -idea que ha vuelto a reiterar en la última de sus lúgubres comparecencias- tras conocerse el informe de la UCO sobre la trama organizada por Santos Cerdán, número dos del PSOE, para cobrar comisiones instaló a media España en la perplejidad.
Por no hablar de indignación. La otra media hace como que no se ha enterado del latrocinio.
El tartufismo de los socios parlamentarios de Sánchez abochorna. Ni la meliflua Yolanda Díaz (Sumar), ni Ione Belarra (Podemos), siempre de guardia para señalar los desmanes de la derecha; ni el PNV (Aitor Esteban) que traicionó a Rajoy arguyendo que no podía tolerar la corrupción, han encontrado el registro adecuado para escandalizarse ante semejante escándalo. Tampoco se espera crítica de Bildu aunque en el País Vasco mantiene una línea de denuncia de casos de corrupción que afectan al PNV, ni de ERC, que intenta una suerte de cuadratura del círculo apoyando en Madrid a Pedro Sánchez y criticando en Barcelona a Salvador Illa.
Y nada que esperar del prófugo Carles Puigdemont, que tantas veces recibió la visita de Santos Cerdán en su refugio de Waterloo o en sus excursiones a Suiza para amarrar los votos de Junts a la espera de que el Tribunal Constitucional de Cándido Conde Pumpido diera luz verde a la Ley de Amnistía. Ley que, por cierto, ya está cocinada, está al caer y será favorable al texto aprobado por el Congreso con los votos en contra de los magistrados del sector conservador.
La doble moral que explica el tartufismo de los grupos con los que el PSOE compensa su precariedad parlamentaria debería hacer reflexionar a sus seguidores y votantes. No habrá quiebra del bloque parlamentario que apoya a Sánchez porque, amén de intereses de específicos de los partidos minoritarios -si hubiera elecciones algunos desaparecerían-, hace años que cuajó la intensa campaña para instalar en una parte del imaginario colectivo la estrategia del "muro", el "cordón sanitario", ideado para impedir a cualquier precio la alternancia. Sánchez volvió a repetir el mantra: no convoca elecciones porque las ganaría la derecha ¡Pobre España¡ Para una parte de los ciudadanos la única corrupción que debe ser censurada es la que afecta a la derecha.