Trump nos acerca al abismo

La política económica de Donald Trump ha tomado un rumbo errático que amenaza con desencadenar una recesión global.
Su obsesión con la guerra comercial y la imposición de aranceles, especialmente a China, ha provocado un vaivén continuo que desconcierta a mercados, empresas y gobiernos por igual. Lo que un día es una amenaza arancelaria al acero europeo, al siguiente se convierte en una tregua "temporal". El resultado es una economía global atrapada en una montaña rusa sin dirección ni freno.
Los mercados financieros, lejos de encontrar estabilidad, oscilan con cada tuit presidencial. La bolsa de Nueva York sube y baja en función de mensajes crípticos y anuncios improvisados. Los inversores ya no saben a qué atenerse. La deuda estadounidense se resiente y el dólar, hasta hace poco un refugio seguro, empieza a mostrar signos de inestabilidad. La Reserva Federal mira con preocupación cómo el margen de maniobra se reduce mientras crecen las voces que alertan sobre un frenazo económico inminente.
La política arancelaria ha comenzado a mostrar consecuencias concretas: escasez de productos importados, cuellos de botella en cadenas de suministro y subidas de precios que afectan tanto a consumidores como a empresas. Sectores clave como el tecnológico y el automotriz ya sufren las consecuencias de la incertidumbre comercial. Incluso figuras cercanas a Trump durante su campaña, como Elon Musk, han empezado a desmarcarse de un presidente cada vez más impredecible. Las promesas de "hacer América grande otra vez" chocan con una realidad de tensión económica y desconfianza internacional.
Los analistas económicos, tradicionalmente encargados de prever escenarios y preparar a las empresas ante posibles cambios, se ven desbordados. "Es imposible hacer previsiones con una Casa Blanca que cambia de posición tres veces por día", afirman. En este clima, cada amanecer puede traer una nueva directriz o desmentido. Una mañana se anuncia un acuerdo, y por la tarde todo se desmorona. Trump ha convertido la economía global en una partida de póker donde las cartas cambian sobre la mesa. Pero en esta apuesta no solo está en juego el futuro de Estados Unidos, sino la estabilidad del mundo entero.