El relevo de Pedro Sánchez, esa misión imposible

 El relevo de Pedro Sánchez, esa misión imposible

Obviamente, no todo es paz en nuestras fuerzas políticas, por otra parte tan inamovibles.

En los últimos días hemos asistido a la formación de una asociación de ex notables socialistas para, dicen, preparar el relevo de Pedro Sánchez, al tiempo que se creaba un 'think tank' en la derecha, alentado por Iván Espinosa de los Monteros, no sé si con el objetivo final de renovar algo un Partido Popular que a veces parece un poco anquilosado. En el fondo, todos ventean la 'era post Pedro Sánchez', intuyendo que ya queda menos para lo que venga, sin que nadie pueda predecir muy bien qué es lo que viene. Pero sospecho que no será con nostálgicos del poder perdido como se va a pavimentar el futuro de la trepidante política española.

Aunaque conozco bien a muchos de sus integrantes e incluso puedo preciarme de ser amigo de alguno de ellos, no creo, la verdad, que esos ex ministros y ex altos cargos reunidos en una sedicente plataforma para el diálogo social -en el fondo, para ver qué se hace cuando Sánchez caiga-tengan un gran predicamento en la ciudadanía, o sea, en el electorado, tan olvidadizo de pasados méritos y deméritos. Creo que al sucesor de Pedro Sánchez en el socialismo habrá que buscarle en otro sitio, y será alguien sin demasiadas ambiciones de poder, porque es mucho lo que en el PSOE y alrededores hay que reconstruir y repensar. De momento y por ahora, lo primero que el aún presidente habría de hacer es una seria remodelación de su Gobierno, potenciando a figuras hoy dispersas por las agrupaciones, y dar mayor protagonismo a los socios en otras formaciones de izquierda. Y sí, claro que pienso en Yolanda Díaz y compañía: ¿dónde van a ir que más valgan?.

Lo que ocurre es que Sánchez carece de la generosidad necesaria para propiciar su propia sucesión, en la que desde luego de ninguna manera parece estar pensando. Y mantiene muy prietas las filas del PSOE actual, no del pretérito; pensar en deserciones notables en el grupo parlamentario o en el comité federal es, simplemente, tontería.

Sin ánimo de ser demasiado imaginativo, me parece que hoy por hoy lo más lógico sería que el sustituto de Sánchez sea Alberto Núñez Feijoo, el presidente del principal partido de España, ganador de las elecciones de 2023 y sin embargo de hecho perdedor de las mismas por su falta de estrategia adecuada. Feijoo necesita muchas cosas, entre ellas un equipo más potente y, perdón por la repetición, una estrategia más avispada. Muchas veces se ha dicho que el mero diagnóstico no le dará votos: ya sabemos lo mal que lo hace el Gobierno, etc. Faltan ideas, programas, soluciones, empatía. ¿Vendrá todo eso por el lado de los disidentes de VOX, de los cuales solamente Espinosa de los Monteros es figura descollante? Poco me parece para tan gran tarea pendiente.

Pero si queremos evitar populismos y desmadres los dos partidos centrales, PSOE y PP, tienen que reorientarse, volver a ilusionar a la gente de la calle, que se aleja del noble arte de la política porque quienes ejercen este arte lo están convirtiendo, véase la comparecencia ante el juez de Begoña Gómez este viernes, en innoble. Y ya digo: los figurones del pasado, sin duda muy respetables, ni son ni serán la solución, ni a derecha ni a izquierda, por mucho que llenen ateneos, hoteles de lujo y clubes selectos con sus comparecencias ante los curiosos.


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