Feijoo merecía alguna portada (y no, no es peloteo)

 Feijoo merecía alguna portada (y no, no es peloteo)

Se pregunta un digital catalán, bastante simpatizante de Junts, "dónde está Feijoo en las portadas".

Se refería a la relativamente escasa repercusión que encontró la comparecencia del presidente del Partido Popular para hacer su propio balance de fin de curso, tres días después del realizado por Pedro Sánchez.

Debo decir, y espero que esto no tome como el peloteo al uso que a veces impregna el trato hacia quien quizá ostentará poder en el futuro, que pienso que la observación de mi colega Ketty Calatayud, de 'El Nacional', tiene razón: seguramente Alberto Núñez Feijoo merece algo más de atención mediática. Porque, y esto lo digo yo, sigue siendo la persona con mayores posibilidades de convertirse en el próximo jefe del Gobierno de España, y más ahora que Sánchez se ha refugiado en La Mareta acosado por un terremoto político que ríase usted del de Kamchatka.

¿Por qué Feijoo no acaba de atravesar la 'barrera del sonido'? No son solamente deficiencias en su estrategia de comunicación, demasiado ambigua: la opinión pública solo entiende mensajes tajantes, blanco o negro; la moderación no está de moda, y Feijoo es, básicamente, un moderado con algunas gotas de timorato. Pero ya digo que hay más: lo cierto es que el Gobierno, sus declaraciones, sus trapisondas, sus contradicciones, sus osadías -Sánchez es, en lo personal, absolutamente el reverso de Feijoo-, llenan las páginas de los periódicos y los minutos de los informativos de radio y televisión; La Moncloa sabe que es mejor que hablen de ti, aunque sea mal, a que te ignoren. Esa es la divisa puesta en circulación, parece, por el ejército de asesores.

En cuanto al PP, siempre digo que el diagnóstico, por muy certero que sea, no da votos. Ya sabemos que hay muchas cosas que hace (y no hace) el Gobierno del PSOE/Sumar que son un auténtico desastre, incluso un dislate. Pero me parece que la gente no busca que le repitan lo que ya es una obviedad para una mayoría de españoles, sino que lo que la gente busca son alternativas claras: qué haría el Partido Popular al llegar al poder, sus primeras cien medidas de gobernación, más allá de derogar leyes 'sanchistas', como, por lo demás certeramente, se ha anunciado.

Yo quiero escuchar posicionamientos claros salidos de la sede de Génova: qué habrá en su relación con VOX, que es actualmente tóxica; cuál será la postura del PP en la UE respecto de Trump; si se compromete a renunciar a la 'okupación' de instituciones, de empresas públicas (y privadas), de embajadas. Esto, y anuncios que tengan que ver con la mejora de la democracia, del entendimiento (hay que ir a unos nuevos pactos de La Moncloa, incluso reformando la Constitución) y del sentido común, es lo que yo espero del PP, que no ha salido tan, tan, 'nuevo' de su Congreso reciente como era de esperar.

Hacer una oposición dura consiste, pienso, mucho más en presentar alternativas valientes, creíbles para la gente y pactadas con los ciudadanos, que en extremar el discurso acusatorio hablando de prostíbulos, mafias o 'cuadrillas de gangsters' para referirse a los ministros. Con eso, señor Feijoo, puede lograrse un titular divertido, el chaparrón flor de un día. Pero para ganar auténtico respeto entre los votantes se precisa eso que Aznar llamó "lluvia fina", que es, por su constancia y su oportunidad, la que hace crecer los sembrados y las plantas, la que regenera el medio ambiente.

Por sus errores tácticos y estratégicos, Feijoo perdió unas elecciones que había ganado. Y así han transcurrido ya dos años de la Legislatura más atroz que uno, desde su veteranía, pueda recordar. Este, que va a ser muy intenso, debería ser el otoño de Feijoo. El de la auténtica regeneración. Supongo que debe estar meditándolo en sus 'sobrevaloradas' (Feijoo dixit) vacaciones gallegas. Creo que la gente le pide más de lo que está dando: por eso las portadas se le muestran huidizas.

 

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