Entrevistamos a Beatriz Uriarte, destacada abogada penalista especialista en delitos sexuales y socia del despacho Ospina Abogados, firma con amplia experiencia en la defensa y acusación en este tipo de casos
Además de su trayectoria en los tribunales, Beatriz Uriarte es una abogada penalista con amplio recorrido en redes sociales y programas de televisión. “Acercar el derecho penal a la audiencia es algo que no solo me gusta, sino que es necesario”, afirma la colaboradora de programas como TardeAR, Socialité o Espejo Público, donde Beatriz explica con claridad y rigor los aspectos más intrincados de los casos judiciales.
Pregunta. Para empezar, y especialmente tras las recientes reformas legislativas en España, ¿cómo definiría un delito sexual y cuál es el cambio más significativo que hemos vivido en su tipificación?
Respuesta. Un delito sexual, en términos generales, es toda conducta que atenta contra la libertad o la indemnidad sexual de una persona. La reforma más significativa y paradigmática en España ha sido la Ley Orgánica 10/2022, de garantía integral de la libertad sexual, la conocida como "ley del solo sí es sí". Antes, distinguíamos entre "abusos" y "agresiones" sexuales, basándonos en si había o no violencia e intimidación. Ahora, la clave de todo el sistema gira en torno al consentimiento.
El artículo 178 del Código Penal lo establece de manera clara: "Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona." Es decir, la ausencia de consentimiento ya sea por coacción, intimidación o simplemente por no haber una manifestación clara de voluntad, convierte cualquier acto sexual en una agresión. Desaparece el concepto de abuso, pero genera lagunas importantes donde las abogadas penalistas especialistas en delitos sexuales debemos hilar fino.
P. Este cambio en el concepto de consentimiento ha generado mucho debate. Desde su experiencia, ¿cuáles son los principales desafíos que presenta en la práctica judicial, tanto para la víctima como para la defensa?
R. Para la víctima, el desafío principal sigue siendo la revictimización y la carga de la prueba. Aunque la ley pone el foco en la ausencia de consentimiento y no en la resistencia de la víctima, en la práctica, el proceso judicial puede ser más exigente. A menudo, las víctimas tienen que relatar los hechos una y otra vez, y pueden sentir que su consentimiento o falta de él es puesto en tela de juicio. El miedo al juicio social y al proceso mismo sigue siendo una barrera para la denuncia.
Para la defensa, el desafío es garantizar la presunción de inocencia en un contexto donde la palabra de la víctima adquiere un peso fundamental. Debemos analizar meticulosamente todas las pruebas disponibles (mensajes, llamadas, testigos, informes forenses, grabaciones, etc.) para reconstruir los hechos y determinar si se dan los elementos del tipo penal, especialmente la ausencia de consentimiento. No se trata de "desacreditar" a la víctima, sino de defender al acusado con todas las garantías legales y procesales.
P. Precisamente, en la era digital, muchos de estos delitos ocurren en la red. ¿Qué papel juega la prueba digital (mensajes, vídeos, redes sociales) en estos casos y qué dificultades entraña su obtención y validez?
R. La prueba digital es, en la mayoría de los casos actuales, absolutamente fundamental. Los delitos sexuales en la red (sextorsión, revenge porn, grooming, ciberacoso sexual) y los que tienen lugar fuera de la red pero con pruebas digitales (conversaciones previas en WhatsApp, vídeos de consentimiento que no se han revelado, etc.) dependen enteramente de ella. Hoy en día no solo es necesario que tu abogada sepa afrontar un delito sexual, sino que pueda comprender todo lo que rodea al mismo, y la tecnología es una arista que cada vez gana mayor peso específico.
P. Para finalizar, ¿cuál es el rol principal de un abogado especializado en delitos sexuales, tanto si representa a la víctima como si representa al acusado
R. Si se representa a la víctima, el rol principal es ser su voz, su protección y su apoyo. Se trata de acompañarla en todo el proceso, asegurar que sus derechos sean respetados, que no sea revictimizada, y que se investiguen los hechos de forma exhaustiva para lograr justicia y reparación. Implica una gran empatía y sensibilidad.
Si se representa al acusado, el rol es garantizar el respeto a su presunción de inocencia y a todas las garantías procesales. Se trata de analizar la prueba, buscar contradicciones, proponer las diligencias necesarias, y demostrar si los hechos no se corresponden con la tipificación penal, si no hay ausencia de consentimiento, o si existe alguna causa de exculpación o atenuación. El objetivo es una defensa técnica y rigurosa, siempre dentro del respeto a la ley y a las personas.
La boutique penal Ospina Abogados ha participado en casos mediáticos y complejos relacionados con delitos sexuales, logrando resultados significativos que han trascendido a la prensa, como el archivo de la causa contra el actor Juan José Ballesta o la revocación de una condena de 15 años de prisión al no cumplirse todas las garantías procesales en la misma.