Damon Galgut, ganador del Premio Booker 2021: “Cuando llegas a mi edad, piensas mucho en la muerte”.

@estaciondecult | Foto: Marthinus Basson
Madrid Actual ha hablado con el novelista y dramaturgo sudafricano Damon Galgut (Pretoria, 1963) con motivo de la publicación en español de su última novela, “La promesa” (Libros del Asteroide, 2022), obra por la que ha sido galardonado con el prestigioso premio internacional Booker Prize 2021.
El libro, de 300 páginas, sigue la historia de los Swart, una familia blanca compuesta por cinco miembros y afincada en Pretoria, la capital administrativa de Sudáfrica. El título hace referencia a la promesa dada –e incumplida– por una matriarca de ese clan a Salomé, su criada negra: una vez que aquélla hubiera muerto, cederían a ésta la posesión de la finca. La propiedad de la tierra ha sido durante mucho tiempo un tema polémico en Sudáfrica. Casi 30 años después del fin del apartheid, gran parte de los terrenos agrícolas del país siguen en manos de los blancos. De esta manera el libro relata cómo las falsas promesas provocan tanto la caída de una familia como los fracasos de Sudáfrica. Galgut se centra en las relaciones familiares destrozadas, el racismo institucionalizado, las figuras religiosas pretenciosas y la falsa esperanza.
Los personajes principales de la novela son blancos. Eso, en cierto modo, busca incomodar al lector con los problemas aún no resueltos en Sudáfrica, desde la abolición del apartheid. Se trata de la situación de pobreza, centrada sobre todo en la población negra. ¿Era su propósito mostrar ese trasfondo histórico?
Al principio la familia era lo más importante. El libro tiene varios temas, pero obviamente era consciente de que estaba escribiendo sobre una familia blanca y sobre unos sudafricanos blancos. Me interesaba mucho mirar a esa familia a través de esa estructura particular porque para mí todos los libros tienen un tema enterrado y el tema aquí es el paso del tiempo. En primer lugar, pensé que podía mirar a los individuos de la familia por separado y ver cómo el tiempo los estaba cambiando y luego mirar a la propia familia en sí. Sin embargo, luego fue lógico realmente ampliar ese enfoque también con la historia de Sudáfrica. Siempre fue parte de la idea que el libro tendría al menos un personaje negro porque la mayoría de las familias blancas de Sudáfrica tienen una persona así trabajando para ellos.
¿Desde el comienzo “la promesa” fue el principal hilo argumental?
En mi primera idea no pensé en la casa ni en la promesa en torno a ésta. Eso fue algo que vino un poco más tarde, pero sí quería que la presencia de la mujer negra, Salomé, formara parte del libro y también ver cómo la familia la ve o no la ve, la percibe o no la percibe realmente.
La parte religiosa es la base de la estructura de este libro. ¿Es la religión realmente tan importante en la sociedad sudafricana? En el libro existe este conflicto entre la creencia y el ateísmo y la convivencia de varias religiones.
En primer lugar, debo decir que la religión no es una parte importante de mi vida. De hecho, me considero ateo, así que no exploro los temas religiosos por ningún motivo personal. En segundo lugar, la religión es mucho menos importante ahora, pero solía ser fundamental en los días del apartheid. Básicamente, todo el sistema del apartheid estaba relacionado con la Iglesia reformada neerlandesa, que es una forma de calvinismo muy sentenciosa y muy conservadora. Nos decían todo el tiempo que el apartheid era necesario porque formaba parte de todo un proyecto que tenía que evitar que los negros se apoderaran de Sudáfrica porque sería un gobierno comunista y perderíamos toda la religión. Había un proyecto cristiano muy fuerte asociado al apartheid y ese era un mensaje que se escuchaba una y otra vez en la escuela y en la literatura, en la cultura en general. Esta es parte de la razón por la que soy ateo, porque estaba claro para mí, desde hace mucho tiempo, que eso no tenía ningún sentido.
Pero, si nos centramos en el libro: una vez que decidí que estaba escribiendo sobre religión, que estaba estructurando la historia alrededor de estos cuatro funerales, tuve que determinar bajo qué religión está ocurriendo el funeral porque la mayoría de los funerales tienen un fondo religioso. Por supuesto es cierto que la mayoría de las familias creerán en una sola religión y eso significaría que los cuatro servicios funerarios serían los mismos, así que eso sería un poco aburrido. Por ello, decidí añadir tantas religiones diferentes.
En “La promesa” la madre se hizo judía y el padre no era religioso, pero luego se convertirá y el hijo Anton no lo era en absoluto. ¿Por qué decidió jugar tanto con el tema de las diferentes religiones?
Solo pretendía mantener a los lectores entretenidos; pensé que era más interesante tratar de variar los servicios funerarios, las diferentes creencias. Pero también, quería demostrar que en la Sudáfrica blanca no somos solo un bloque de una religión. Hay muchas fuerzas religiosas diferentes, como la mayoría de las sociedades coloniales o postcoloniales. La gente viene de todas partes, de diferentes orígenes. Los grupos religiosos que he tratado en este libro son los principales en la Sudáfrica blanca.
Ha crecido cerca de varias religiones…
Tal vez no sea tan ateo como creo, pero es parte de mi imaginación literaria. A menudo pienso en estos temas. En mi propio entorno familiar: mi madre se casó con mi padre, se convirtió al judaísmo y nos convirtió a mí y a mi hermana. Ya habíamos nacido, así que ella tenía la idea de que todos íbamos a ser criados bajo el paraguas del judaísmo. Pero luego no lo cumplió realmente: quiero decir que yo no hablo hebreo; no tenía un vínculo real con esta religión, mi padre no es muy practicante tampoco. Así que, realmente, eso no sirvió para nada. Luego, cuando se divorció de mi padre, se casó con un hombre africano, que era calvinista, venía de un cimiento distinto. Luego fuimos enviados a la escuela dominical por un tiempo, así que tuve esa experiencia también. Más tarde, cuando dejó a mi padrastro, siguió una especie de subconjunto de la religión hindú. Tampoco podemos olvidarnos de todo el material de la “New Age”. Pero eso también es cierto para los sudafricanos actualmente. En este momento, especialmente, la Ciudad del Cabo, está llena de pensamiento alternativo de la “New Age”, que no habría sido posible cuando yo estaba creciendo; es un cambio radical. Por lo tanto, estoy tratando de hacer algunos puntos serios y al mismo tiempo intento entretenerme a mí mismo y a mis lectores.
En cada uno de los cuatro capítulos del libro muere un personaje. Podríamos decir que la “muerte” es un protagonista más en esta historia o al menos un aspecto importante en su libro. ¿Por qué eligió “matar” a todos los personajes del libro excepto a Salomé?
Cuando llegas a mi edad piensas mucho en la muerte. Realmente, no en la muerte, más bien en el paso de la vida. El tiempo: cómo has cambiado cuando eras más joven, lo que creías antes, lo que crees ahora. Cómo ha cambiado todo lo que te rodea, porque en Sudáfrica ha cambiado, y mucho. Se trata de los cambios en tu vida y luego, por supuesto, estos cambios terminan con la muerte. Toda vida termina con el funeral. Para mí, el libro no trata tanto de la muerte, sino de lo que ocurre antes de ella. Es decir, todas las actividades que conforman la vida. Cuando llegas al final, empiezas a pensar en lo que fue tu vida. Pensé que voy a estructurar el libro en torno a estos cuatro funerales, entonces no podrían ser mismas muertes en cada capítulo. Y Salomé es el centro moral del libro. Tenía sentido que ella fuera la última persona en pie, supongo. Espero que, desde el principio del libro, esté claro que una persona va a fallecer en cada sección. Por lo tanto, es una pequeña tensión para el lector: “¿quién va a ser la última persona que quede viva?” Es importante que los lectores se sientan entretenidos. Si me aburro escribiendo el libro, seguro que los lectores van a sentir lo mismo.
En muchas ocasiones se presenta la muerte como algo burocratizado, como un proceso. Me refiero a elegir el ataúd, las flores… ¿Es una crítica inconsciente al capitalismo? Quiero decir, ¿incluso la muerte tiene que ser pagada?
Esta idea la saqué de una conversación con un amigo. Me contaba que tenía que ir al funeral, que debió de elegir el ataúd para su madre, las flores... Comparten este catálogo, el otro catálogo. Todo se hace muy pesado. Lo contó de una manera muy entretenida. Así que me di cuenta de que este tipo de cosas burocráticas forman parte del proceso de la muerte y quise incluirlas en el libro. Pero no es una crítica al capitalismo. Quiero decir, los lectores pueden interpretarlo así, pero no era mi intención.
¿Tiene en mente algún proyecto próximo?
Estaba trabajando en una colección de cuentos cuando gané el Premio Booker. Desde entonces no he podido dedicarme a ella durante un año y medio, por los viajes que he tenido. Así que espero volver a ello el próximo año. Tenía algunos relatos que escribí a lo largo de los años. Entonces pensé que podía escribir algunos más y luego hacer una colección. Y compartían un tema: todos trataban sobre gente que estaba lejos de casa, viajando, porque eso solía ser una parte importante de mi vida. Tengo la teoría de que la gente se comporta de forma diferente cuando está lejos de casa.
Para terminar… ¿Dos libros imprescindibles en su estantería?
Hoy diría que “Blood Meridian (Meridiano de sangre)” de Cormac McCarthy y “Los emigrados” de W.G. Sebald.