Los hombres de negro, más cerca

Nadie duda ya de que la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la Covid-19 arrastrará a la economía mundial a una recesión.
En las últimas horas, tanto el FMI como la Unión Europea prevén que ésta sea mucho más profunda que la vivida en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers. Es cierto, no obstante, que se están barajando varios escenarios que se mueven en función de lo que dure la crisis sanitaria, la contención del virus a nivel global. Algunos análisis como, por ejemplo, el de Banca March creen que la recesión mundial será corta en el tiempo, aunque considera fundamental evitar quiebras de empresas y pérdidas de empleo.
El análisis de la situación en España tiene otros componentes añadidos. No sólo está pilotando la crisis sanitaria y económica el peor gobierno de la historia, sino que nuestros recursos para hacerle frente son bastantes escasos, ya que la deuda está cercana al 100% del PIB, casi 1,3 billones de euros, y el déficit público es del 2,7% del PIB, unos 33.000 millones de euros. Si a esto le añadimos que las medidas que se han aprobado no están bien dirigidas y además están creando desconcierto e inseguridad jurídica, el resultado ya lo estamos viendo. Sólo en los últimos 15 días de marzo se han perdido 900.000 empleos, en marzo se apuntaron en las listas del paro más de 300.000 personas y más de 1.840.000 trabajadores están afectados por un ERTE como demandantes de empleo no ocupados. Otro dato demoledor es el cierre de empresas. En marzo, se dieron de baja 122.000 empresas, cuatro veces más que en la crisis de 2008.
Los decretos aprobados hasta el momento no han sido consensuados con nadie, ni oposición ni agentes sociales, son un canto a la improvisación, al desconocimiento y plagados de errores que se han tenido que ir subsanando con parches y adendas. Las consecuencias de este auténtico vendaval de ineficacia y el nulo prestigio que nuestras cuentas públicas nos aportan de cara al exterior, complican la ayuda de Europa y acercarán nuestra deuda al 130% del PIB y el déficit incluso a los dos dígitos, que ya vimos en la etapa de Zapatero al frente del Gobierno en la anterior crisis. Si no rectifican y entienden que salvar los puestos de trabajo es salvar a empresas y autónomos, si continúan ahogando el tejido productivo con impuestos y costes como si no hubiera pasado nada, la famosa hibernación, España estará abocada a pedir auxilio en forma de rescate y, aunque dadas las circunstancias podría ser una bendición, las condiciones, ya sabemos por experiencia en cabeza ajena, que serían duras y largas en el tiempo.