La NASA repara una cámara a 600 millones de kilómetros

La nave Juno de la NASA, en órbita alrededor de Júpiter desde 2016, ha logrado recuperar parcialmente su cámara JunoCam tras aplicar con éxito una técnica de recocido térmico, un procedimiento que consiste en calentar el sensor dañado para intentar reparar defectos microscópicos causados por la radiación. El éxito de esta operación ha permitido obtener nuevas imágenes de alta calidad de la luna volcánica Ío, justo cuando la sonda se aproximaba a solo 1.500 kilómetros de su superficie.
JunoCam, una cámara a color de luz visible instalada fuera de la bóveda de protección de la nave, ha superado con creces su vida útil prevista. Diseñada originalmente para soportar solo las ocho primeras órbitas de la misión, ha soportado 74 pasos por la intensa radiación del entorno joviano. Durante las primeras 34 órbitas, JunoCam funcionó normalmente, pero el daño acumulado se volvió evidente a partir de la órbita 47, cuando las imágenes comenzaron a deteriorarse por completo.
Sin poder reemplazar el regulador de voltaje posiblemente dañado y con el paso cercano a Ío en el horizonte, el equipo de la misión recurrió al recocido, un proceso térmico poco explorado en contexto espacial. La temperatura de la cámara se elevó hasta los 25 °C, notablemente por encima de sus valores habituales. Al principio, los resultados fueron desalentadores, pero con el acercamiento a Ío, las imágenes comenzaron a mejorar notablemente.
El 30 de diciembre de 2023, Juno alcanzó su máxima aproximación a Ío, revelando con sorprendente detalle su región polar norte. Las imágenes captadas mostraron montañas cubiertas de escarcha de dióxido de azufre y campos de lava asociados a volcanes inexplorados hasta la fecha. La calidad de estas imágenes fue comparable a la obtenida el día del lanzamiento de la cámara, un logro técnico notable dado el entorno hostil y la antigüedad del equipo.
El éxito del recocido térmico ha llevado al equipo de la misión a extender esta técnica experimental a otros instrumentos y subsistemas de Juno, buscando mitigar los efectos de la radiación en los componentes de la nave. A pesar de una reciente reaparición de ruido en la última órbita, los ingenieros continúan utilizando variantes de esta técnica para prolongar la vida útil de la misión y mantener la calidad de sus datos científicos.