El bloqueo de la política española continuará mientras no se resuelva el problema principal: la acreditada falta de voluntad de pacto por parte de Pedro Sánchez.
Desembarcó en la vida política nacional con el: "No es no". Estigmatizando cualquier tipo de acuerdo con el Partido Popular -por aquél entonces y aún hoy el primer partido en número de votos y parlamentarios. Tras lograr la investidura merced a la traición del PNV y al incumplimiento de la palabra dada -"Nunca pactaré con Bildu"-, dio un paso más anunciando que levantaría un muro para impedir que algún día pudiera gobernar la derecha.
Era la negación de la alternancia política, pilar de la estabilidad de los sistemas democráticos. En ese camino de negación de la realidad, que conduce a ignorar como poco a la mitad de la población que no respalda las siglas socialistas, Sánchez ha llegado más lejos que ningún otro gobernante español desde que fue restaurada la democracia. Tan lejos como qué a medida que ha ido perdiendo respaldo en las urnas se ha visto obligado a buscar el apoyo parlamentario de algunos de los pequeños partidos que no solo no ocultan sus programas antisistema sino que -caso de los separatistas catalanes y vascos- presumen de ello.
Sánchez está atrapado por sus acuerdos con ellos y porque, pese a la constante cesión a las exigencias de estos socios de ocasión, apenas consigue sacar adelante proyectos legislativos. Entre otras razones porque en el bloque que le ayudó a apear a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno le ha salido un grano. Podemos, el partido de extrema izquierda que preside Jone Belarra y teledirige a distancia Pablo Iglesias, ha desenterrado el hacha de guerra dispuesto a tumbar cuantos proyectos presente en el Congreso. Tarea de demolición controlada que también encuentra apoyo en Junts y que, ahora mismo, es el obstáculo interno más reconocible para que el Gobierno pudiera cumplir con el mandato constitucional que obliga a presentar un proyecto de Presupuestos antes del 1 de Octubre.
Dado que resulta impensable que el PP pudiera apoyarlos estamos abocados a una tercera prórroga de las cuentas del Estado. Semejante anomalía es una de las consecuencias -una más- de la estrategia de polarización y división diseñada por Sánchez desde que se hizo con la llave de La Moncloa. No hay precedentes.
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