El Museo de América de Madrid inaugura este viernes 23 de mayo la exposición Búcaros. Valor del agua y exaltación de los sentidos en los siglos XVII y XVIII, una muestra que invita a descubrir la función cultural, estética y sensorial de estas peculiares piezas de cerámica virreinal.
La exposición propone un recorrido por la historia y el simbolismo de los búcaros, recipientes elaborados en barro rojo con engobes de color crema que se empleaban para conservar, aromatizar y servir el agua. Se trata de una selección excepcional de cerámicas procedentes de los antiguos virreinatos, con ejemplos originarios de México, Portugal, Asia o manufacturas indígenas, que permiten entender el papel que desempeñaron estos objetos en la vida cotidiana y simbólica de los siglos XVII y XVIII.
El director del museo y comisario de la muestra, Andrés Gutiérrez Usillos, ha explicado que el recorrido se inicia con el retrato de un virrey, con el objetivo de generar un “contraste” con lo que el visitante encontrará en la sala, que está centrada en el universo femenino y doméstico. Según detalla, la exposición se articula en torno a los usos que las mujeres daban a los búcaros, dentro de un contexto social en el que ellas solían ser las encargadas de recoger y almacenar el agua en recipientes de cerámica.
“Lo que verá el público son los usos femeninos relacionados con las cerámicas y son elementos que tienen mucho que ver con la circulación de objetos en el siglo XVII y XVIII entre los virreinatos”, ha destacado Gutiérrez Usillos. Entre esos objetos, los búcaros eran especialmente valorados por su capacidad para aromatizar el agua y aportar sensaciones olfativas únicas. La mezcla del barro con el agua generaba el característico aroma de tierra mojada —el conocido petricor—, que fascinó a una sociedad virreinal que desarrolló casi una “obsesión” por estas piezas.
Los búcaros no eran simples objetos utilitarios. Además de su función práctica como jarras, vasos o tinajas, tenían una carga simbólica y social evidente. Se trataba de bienes de lujo codiciados por las clases altas europeas, hasta el punto de aparecer retratados en obras como Las meninas de Velázquez, donde se representa un jarro de cerámica de Tonalá (México). Sus diseños florales o geométricos, decorados con pan de oro y pinturas en rojo y azul, los convertían en piezas estéticamente refinadas y de alto valor.
Según el comisario, algunas fuentes históricas indican que estos recipientes también se ingerían, no cocidos sino machacados, lo que podría tener relación con el estímulo que provocaba la geosmina —sustancia responsable del olor a tierra húmeda— en el organismo. “La geosmina se activa a través del olfato y puede provocar la necesidad de ir a beber. Una de las cosas que contamos aquí es, ¿y si esto se estuviera produciendo con los búcaros?”, ha planteado Gutiérrez Usillos.
Además, la exposición aborda cómo esta práctica se asoció principalmente con las mujeres, quienes mantenían un vínculo directo con el agua en su vida diaria. “Por tener que ir a recoger el agua puede que se generase una relación agua-cerámica-mujeres”, ha señalado el director, sugiriendo que dicha conexión sensorial pudo llevar a algunas mujeres a desarrollar el hábito de ingerir el barro de los búcaros.
La exposición se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el valor simbólico y material del agua en distintas épocas, así como para redescubrir los sentidos y significados que se desprenden del uso cotidiano de los objetos cerámicos. Una cita imprescindible para quienes desean conocer la historia desde una perspectiva sensorial y femenina.