Síntomas muy tristes

 Síntomas muy tristes

Javier Lambán fue presidente de la Diputación General de Aragón y, hace poco, falleció a causa del cáncer que le carcomía la salud, pero que no le impidió, mientras tuvo fuerzas, oponerse a aquellas políticas del Gobierno de España que discriminaban a regiones como Aragón, en descarado e injusto beneficio de otras, como Cataluña.

Hace poco, su sucesor en la presidencia de la Diputación General de Aragón, Jorge Azcón, anunció un galardón que, por cierto, recibimos no hace mucho todos los parlamentarios aragoneses de los diferentes partidos, que formamos parte de las llamadas Cortes Constituyentes. Y, según he leído, sólo dos diputados del socialismo aragonés aplaudieron la iniciativa de honrar la memoria de Lambán, mientras los demás guardaban silencio, amén de que el líder de los socialistas declaró que la iniciativa era una manipulación política, y que Lambán hubiera rechazado el honor.

No sé lo que hubiera hecho Lambán, ni tampoco sus compañeros, porque ya no está entre nosotros. Pero sí tengo noticias de que nunca rebló. Reblar es un verbo muy empleado en Aragón, que significa retroceder. Y Lambán nunca retrocedió de sus convicciones porque, políticamente, era un hombre cabal. "No reblar" y "cabal" eran términos que usaba con frecuencia el gran periodista y escritor Alfonso Zapatero Gil en las páginas de Heraldo de Aragón. El asunto me ha entristecido. Hace poco, cuando los parlamentarios aragoneses del 77, nos reunimos en Zaragoza -los que quedamos vivos- lo hicimos con afecto, no por la nostalgia, sino porque siempre nos tratamos así, y discutíamos con pasión, pero luego nos tomábamos un café o un tinto en Casa Manolo, enfrente del Teatro de La Zarzuela, a veinticinco metros de las Cortes.

¿Qué nos ha sucedido? ¿Quién levanta estos muros que destrozan la convivencia, más allá de la tumba? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Trataremos de impedir que nuestra hija se case con ese novio, porque vota al PP y nosotros no? ¿Dejaremos de hablar con el vecino, porque es de un equipo e fútbol rival del nuestro? ¿Sucede algo parecido en Castilla o en Andalucía? ¿A qué estúpido se le ocurrió que, en lugar de arreglar nuestro presente mirando al futuro, nos pusiéramos a analizar la desgraciada guerra civil de hace 86 años? Sí, lo sé. Y me duele, como le dolería a un francés que, en el Siglo XXI, se revisara quién defendió a Petain; o, a un alemán, que a alguien se le ocurriera investigar, en 2025, quién era simpatizante de Hitler, en la Alemania de 1939. Los indicios, las señales de intolerancia comienzan a ser algo más que preocupantes. Y oscurecen el mérito y la historia de un aragonés, como Javier Lambán, que nunca rebló, porque fue un hombre cabal.


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