Centro derecha y centro izquierda

 Centro derecha y centro izquierda

El centro no existe, porque es un punto tan minúsculo que basta una leve brisa para llevarlo hacia la izquierda o hacia la derecha.

Y el centro izquierda es una pradera extensa, que llega hasta ese punto donde las amapolas son excesivamente rojas; y el centro derecha también es un campo de límites lejanos, que llegan hasta allí donde el liberalismo se vuelve autoritarismo.

El PSOE socialdemócrata que creó Felipe González -nada que ver con el PSOE que desvalijó y robó fraudulentamente las elecciones de 1936- alcanzó las mayorías más apabullantes de su historia, cuando caminó por la senda del centro-izquierda, común a las socialdemocracias que siempre han sido hegemónicas en las democracias europeas. Y el centro-derecha, que creó Adolfo Suárez con la UCD, logró gobernar, primero, y luego, cuando se diluyó, sus miembros se encargaron de centrar el PP de Fraga hacia la parte más civilizada de la pradera, y volvieron a gobernar con votos abundantes. Esas fotografías, donde Adolfo Suárez le enciende el cigarrillo a Felipe González, y al revés, son las imágenes reales del adiós a las dos España, y el inicio de un camino que llevó a nuestro país a la mayor prosperidad y a un prestigio internacional que había enterrado la Dictadura, y donde la alternancia del centro-derecha y del centro-izquierda se producía sin sobresaltos.

Hasta que llegó el personaje más sonriente y oscuro de la política española: José Luis Rodriguez Zapatero. Le dio impulso al adormecido separatismo catalán y, en lugar de mirar al futuro, volvimos a las cunetas de los asesinatos en la guerra civil, pero sólo a los de un bando para criminalizar al otro, y volver al 36. Pedro I, El Mentiroso no ha vuelto a formar el Frente Popular por ideología, sino por egoísmo. Y está destruyendo el PSOE socialdemócrata. Allá ellos, y lo lamento, porque he tenido y tengo buenos amigos. Lo que me llena de esperanza es que Feijóo ha vuelto a reclamar, no el centro que no existe, sino el centro derecha de Aznar, de Rajoy, y hasta me atrevería a decir que de Adolfo Suárez.

Y ese Feijóo podrá entenderse con el sucesor de Pedro I, El Mentiroso, a no ser que los socialistas prefieran suicidarse, como hicieron los socialistas franceses y los italianos. Pero no será nuestra culpa. Nosotros sólo somos observadores y votantes. Eso sí, estaremos atentos a qué fontanera controla el voto por correo, porque los que conocemos nuestra Historia sabemos los que ocurrió en el 36. Y, por cierto, de la misma manera que Felipe González tenía su Alfonso Guerra, el PP tiene a su Isabel Díaz Ayuso. Y eso le da credibilidad, y amplitud, al centro-derecha. Dicho sea "sin acritud", como decía Guerra en el Congreso.

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