El veto

 El veto

El Gobierno de Sánchez ha vetado el paso por las bases militares de Rota y Morón de material bélico de Estados Unidos con destino a Israel.

Decisión coherente con el abanico de medidas aprobadas en el Consejo de Ministros, orientadas a hacer lo posible para detener la masacre que el gobierno de Netanyahu está cometiendo en la franja de Gaza.

No serán muy eficaces, pero venden compasión y compran votos en nuestro propio ecosistema electoral.

España está en su derecho. Se trata de bases de "utilización conjunta", regulada por un comité mixto, pero de soberanía nacional. También está en su forma de percibir la injusticia que está cometiendo contra una masa informe de civiles desarmados y hambrientos.

Otra cosa es que sea eficaz en el objetivo de frenar el conflicto. El Pentágono (ahora Departamento de Guerra) va sobrado de bases militares en Europa (Inglaterra, Italia, varias en Alemania...) y, como alternativa de uso inmediato, cuenta con las Azores (isla Terceira) para que sus barcos y sus aviones hagan lo que normalmente hubieran hecho con Rota y Morón en ruta hacia Israel.

Una vez reconocido el valor moral del texto y su inutilidad práctica (el veto no cancela los planes criminales de Netanyahu con la ayuda de EE.UU.) procede dedicar un turno a los guiños de la historia:

¿Quién nos iba decir que los apremios estratégicos de Eisenhower en 1953, cuando la España de Franco aparecía alineada con los fascismos derrotados en la Segunda Guerra Mundial, iban a ser reprobados, setenta y dos años después por una España aliada en la OTAN?

Lo cierto es que el inequívoco alineamiento de España con la causa de los derechos humanos atropellados en Palestina encaja mejor en el marco de los valores que se impusieron al fascismo hace ochenta años. La también inequívoca complicidad de Trump con la política criminal de Netanyahu (tiempo de cabestros), partidarios sobrevenidos de la ley del más fuerte, retratan a EE.UU. como un desertor del espíritu y la letra de la Carta de las Naciones Unidas.

Son las vueltas que da la vida. A balón pasado nos hacernos cruces sobre los efectos (lecturas para todos los gustos) de los tres pactos del 23 de septiembre de 1953 (modernización del Ejército, ayuda económica y cuatro bases militares) entre la España de Franco y el muy democrático gobierno norteamericano.

El caso es que el anticomunismo, por un lado, y el control estratégico del estrecho de Gibraltar, por otro, hicieron el resto: apuntalar la dictadura que había de amordazar a los españoles durante veintidós años más. Pero también contribuyeron a forjar una clase media que acolchó la tendencia de los españoles a vivir en la agitación permanente.


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