Las palabras que nunca nos atrevimos a decir, la carta que no logró llegar a su destino, el deseo que apenas se quedó a medio camino, el amor que comenzó con ansias, pero nunca culminó; todo aquello que vamos dejando atrás en nuestras vidas con el objetivo de seguir manteniéndonos estables, todo lo que nos esforzamos por olvidar y que, de hecho, terminamos olvidando… Todos esos acontecimientos que, de haber tenido lugar, hubieran cambiado profundamente nuestras vidas, pero que nunca sucedieron. Todos esos hechos, nos dice y nos demuestra esta novela, duermen en el fondo de las aguas.
Los apuntes biográficos de Pilar, la protagonista de la novela “Duermen bajo las aguas” (Amarillo Editora, 2025), no distan mucho de los de su autora, Carmen Kurtz (1911-1999), que también nace en Barcelona, al poco tiempo se convierte en huérfana de madre y termina casándose con un francés y viviendo en su país los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Pero la historia de Pilar no es solamente la de la autora, sino la de toda una generación que en el siglo XX asistió al desmoronamiento de los pilares de un mundo que ya no volvería nunca más, que vivió los horrores y el desorden provocado por los conflictos bélicos y el dolor de la pérdida latente en todas las familias, sin apenas distinciones.
Pilar comienza su historia desde su niñez, y nos lleva de la mano por todos aquellos episodios que configuraron la mente y el corazón de la pequeña niña, siendo la mediana de cinco hermanos. Nos habla de la ausencia de su madre y el espíritu curioso del padre, de sus veranos en Barcelona –hermosas historias que no hacen al lector sino transportarse de lleno a la finca mediterránea y a las aventuras junto a sus hermanos y primos– y de su familia, tan variopinta como especial. Más adelante, en su juventud, la protagonista se enamora de Enrique, con quien finalmente termina casándose y emigrando a Francia. Aún con la cabeza llena de deseos y ensueños, Pilar tendrá un hijo y vivirá allí años maravillosos, hasta que finalmente estalla la guerra y su marido es mandado al frente. Al igual que ocurrió en el resto de las familias afectadas por el enfrentamiento, se lee con pena cómo se destruye la ilusión que rodeaba a la joven pareja.
La partida de Enrique marca un punto culminante en Pilar y en el desarrollo de la novela, y a partir de ahí el lector asiste a la situación que tuvieron que afrontar millones de mujeres durante el conflicto bélico, y que hoy en día parecemos haber olvidado. Estas madres, hermanas, hijas o vecinas se vieron obligadas a soportar la angustia, a sobreponerse a la dificultad de encontrar trabajo… con la voluntad de sacar adelante a sus familias, sin pensar en el peligro al que constantemente estaban expuestas. En este contexto, a través de esta novela, se conocerán los pensamientos y deseos más profundos de Pilar, y se comprenderá cómo la autora se enfrenta de lleno a una imagen estereotipada de la mujer.
De esta manera, Carmen Kurtz ofrece una protagonista repleta de luces y sombras, pasiones ocultas y, sobre todo, ganas de sobrevivir en mitad del inmenso trauma que supuso la pérdida de cualquier asidero al que agarrarse durante un largo periodo de enfrentamiento y soledad. Los sucesos que tienen lugar en la vida y entorno de Pilar, junto a las extensas reflexiones que le suscitan, nos harán comprender el porqué de sus decisiones, no siempre del todo –o eso es lo que parece desde fuera– acertadas. A través de estas páginas, podremos conocer un espíritu inmensamente humano y un personaje que parece trascender las fronteras de la ficción para pasar a ser una mujer real condenada a vivir en una época que le impidió cumplir todo aquello a lo que aparentemente estaba destinada.