El escritor estadounidense Mark Twain (1835-1910) se ganó un hueco en la historia de la literatura por piezas teatrales como “El príncipe y el mendigo” o “Un yanqui en la corte del Rey Arturo” y sus dos grandes novelas, “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn”. El padre de la literatura estadounidense abordó muchos temas en su obra, pero quizás la faceta más sorprendente y desconocida del autor sean sus relatos transgénero.
Los llamados “Travestite Tales” engloban cuatro cuentos, una novela corta y una obra de teatro en las que Twain explora temas como la homosexualidad, el travestismo y los roles de género con un ingenio sorprendente para la época. Hermida Editores publica la antología traducida por primera vez al español como “El arte de ser otro” (2025). El libro incluye los cuentos “A Medieval Romance”, “How Nancy Jackson Married Kate Wilson”, “Wapping Alice” y “Hellfire Hotchkiss” y un prólogo del traductor, Camilo Perdomo.
Mark Twain no pudo publicar estos cuentos en vida porque los editores consideraron la temática muy escandalosa, creían que el público no estaba listo para leer sobre matrimonios homosexuales. Los que se publicaron quedaron relegados al olvido editorial y fue muchos años después, a finales del siglo XX, que se publicarían definitivamente como los “Travestite Tales”, gracias a que la Universidad de California los rescató.
Los cuentos abordan los roles de género y la percepción social de la identidad; en muchos, vemos cómo la forma de vestirse de sus personajes genera situaciones de confusión, enredos que Twain aprovecha desde la sátira de los valores de la época. Pero también aborda a los personajes travestidos con una sorprendente sensibilidad. Escribe historias de imposición del género por engaños o intereses sociales, como el caso de la hija única del rey convertida en príncipe por su padre en “Un romance medieval”, pero también aborda historias de géneros mal ubicados y figuras femeninas masculinizadas. Por ejemplo, la protagonista de “Hellfire Hotchkiss” es una mujer “tomboy” que disfruta de actividades típicamente masculinas, y que tiene dificultades en adaptarse a lo que la sociedad espera de ella. Con todo esto, el autor nos insinúa que las acciones de los personajes no están dictadas por el género, sino por el carácter de la persona.
Los editores, lectores y críticos del escritor estadounidense tienen dudas sobre los motivos por los que pudiera interesarse tanto en las historias transgénero. Muchos defienden que lo hizo, aprovechando su humor afilado, con un tono puramente satírico. Otros, en cambio, alinean sus propuestas con la reivindicación social y la subversión de las convenciones de su tiempo. Al fin y al cabo, el propio Twain apoyaba a las causas feministas y al movimiento sufragista, como refleja en su conferencia “Votes for Women”. En ese sentido, su obra adquiriría valor como una exploración de las desigualdades de género dentro del marco estético del momento. O quizás no quería desafiar las normas de su época y solo se valió de estos recursos por el absurdo cómico que lo caracteriza.
No sabemos qué pretendía realmente Mark Twain al escribir estas obras, si utilizar los elementos “queer” como recursos de comedia o como intentos de debates sociales en la época. Pero, independientemente de sus intenciones, el resultado es una obra ingeniosa que invita a la reflexión sobre cuestiones tan vigentes hoy como hace un siglo. El lector encontrará en “El arte de ser otro” cuatro maravillosos textos útiles para analizar y cuestionar nuestra compleja realidad social.