Los Dos Rostros de Elijah Wood y el gore francés, han llevado a esta película maniaca coproducida por Francia y U.S.A. a su estreno en cines después de dos años de su fecha de terminación. Ambas características han determinado este hecho, el nombre de su curioso y enfermizo protagonista y manera especial de mirar el terror por nuestros vecinos del norte.
Observando la variada procedencia de su rostro aniñado, lo más curioso es que Elijah funciona como serial killer. Inglesa, austriaca, alemana, danesa y haber nacido en Cedar Rapids (Iowa), le confieren extraños rasgos para abordar personajes (como demostrara en Sin City) para un actor en constante evolución de papeles que le han marcado.
Esta estampa angelical le dirige con sólo 8 años ha convertirse en una posible y futura estrella emergente con la película Regreso al Futuro II, eso sí con un diminuto papel. El tiempo le meterá en el rostro de un Frodo Bolsón que le otorga la fama y el excesivo encasillamiento.
Asi, todo lo que reluce puede tener un lado oscuro. Y Elijah Wood lo tiene, por ende salvaje.
El director y actor Franck Khalfoun nacido en Paris, acomete con Maniac su tercer largometraje después de dos intentos algo descafeinados y ha conseguido una cinta de culto basada en una historia ya rodada en los ochenta por el director William Lustig conocido por su serie de Maniac Cop. Ahora cierra un círculo en su carrera maniaca con la producción de este nuevo remake de su original, esto si que es encasillamiento. Pero, a la vez una forma de permanecer en la industria.
La verdad es que Elijah consigue con su interpretación inquietar con su manierismo moderno de depredador sexual depravado, curiosamente evitando los grandes desmanes dialécticos y centrándose en su desquiciada mirada. Consigue la frialdad y El Mundo interior desalmado necesario, para resultar convincente a crítica y público.
El segundo factor al que me refería es esta relación de alta tensión. El realizador-actor Khalfoun forma un triángulo de terror afrancesado y sangriento, con dos personajes afamados, como son el director y guionista Alexandre Aja (Alta Tensión y la sucia versión de Las Colinas tienen ojos) y su fiel escudero en las labores de dirección y escribano de nombre Gregory Levasseur.
Ambos comunicarían con el director de Maniac para su participación como actor, en ese otro filme de culto Alta Tensión. Y no quedándose ahí, el triángulo de horror bizarro se sigue expandiendo hasta llevarle a naufragar entre dientes en Piraña 3D, hasta conseguir decidirse por esta nueva e inquietante labor de la dirección propia desde hace unos 6 años.
Lo que no cabe duda es que con Maniac ha dado un paso cualitativo que le llevará a acometer una nueva versión de la película Amityville, cinta dirigida en 1979 por Stuart Rosenberg, el carismático director neoyorkino que firmase grandes obras como Brubaker y sobre todo La Leyenda del Indomable que abriría un camino de varias películas con un recordado Paul Newman. Esta nueva revisión del terror hogareño tendrá como protagonista a otra actriz familiarizada con los alaridos tenebrosos Jennifer Jason Leigh, con largo recorrido por el género desde su primer largometraje en 1980 de título Los Ojos de un Extraño.
Sin duda, el guión de Maniac ideado por estos parisinos con ansias de sangre, Aja y Levasseur, es atractivamente salvaje y retorcido, mejorando el original del guionista y su protagonista Joe Spinell. Otro nombre con un curioso bagaje en el mundo cinematográfico, participando como actor de reparto en El Padrino I y II o Taxi Driver, e incluso en la mencionada Brubaker protagonizada por Robert Redford. Así, hasta aparecer en infinidad de películas ochenteras relacionadas con el terror y la ciencia ficción, e incluso caer de bruces en las dos primeras entregas de Rocky y otros filmes míticos de la etapa primigenia de Sylvester Stallone. ¿Curioso este mundo del cine, no?
El trabajo interpretativo está plagado de convencionalismo en Maniac, pero hay cuestiones a plantear que lo hacen diferente. La primera, ya remarcada, jactarse de ese rostro angelical (engañoso) para crear un protagonista ciertamente desequilibrado con un registro idóneo para la historia que se quiere contar. Elijah Wood como estrella alejado de su iniciática imagen de Buen Hijo, al ser poco común en este tipo de films, se configura como un perturbado a la altura de los últimos y notables individuos con psicopatías sexuales.
El segundo acierto de Maniac es la variable tendencia del director según las secuencias, por conseguir un efecto terrorífico ocultando con habilidad el rostro del protagonista, reflejando la tensión y el desequilibrio del personaje. A través de la técnica de rodaje en primera persona, este efecto sorpresa multiplica el impacto cuando aparece en escena el sufrimiento de las víctimas y la posterior gesticulación que dota al asesino de toda la carga dramática de su mundo interior.
Elijah transita en todo momento por un terreno comprometido con su calidad como intérprete y sale indemne, gracias a la dosificación de sus primeros planos y la estructura narrativa. Además, en el futuro continúa su relación con el cine español tras Los Crímenes de Oxford y Gran Piano, con un nuevo trabajo con el director Nacho Vigalondo por título Open Windows, junto a la otrora estrella porno Shasa Grey. Más terror para un delicado rostro de tan solo treinta y dos años.
Por último, el elenco se abastece de figuras femeninas para el recuerdo, una de ellas conocida por Cinecomio en la extraña y salvaje película titulada Neighbor realiza un papel escueto como la madre libertina de este maniaco, America Olivo. También recaban la atención las diferentes y variadas víctimas, entre las que se encuentra la francesa Nora Arnezeder, una emergente y solicitada actriz en proyectos futuros con gran belleza y prometedor futuro, o la canadiense versada en el género y en proyectos televisivos Liane Balaban. Además de rostros relativamente nuevos, sacados de filmes afamados con pequeños papeles en su haber como Megan Duffy, Genevieve Alexandra, Jan Broberg o Steffinnie Phrommany, todas ellas pasadas por el filo del cuchillo carnicero.
Maniac es un depredador sexual que ejerce hasta la náusea. Al más puro estilo de los desviados neuróticos, física y emocionalmente trastornados por infancias desajustadas, y que han bañado de sangre la cinematografía en los últimos años.
Elijah luce como su cuchillo, peligroso y angustioso en él recae todo el peso de la acción, aunque no aparezca con su fisicidad en pantalla siempre está presente como un depredador.
Franck Khalfoun acecha en un principio al espectador para, con golpes de efecto dejarnos aterrorizados. Lo mejor las persecuciones a pie por rincones solitarios de la ciudad de Nueva York, la sugestión de la amenaza a la presa hasta verse acorralada y la brutalidad del filo frío del psicópata.
El personaje en cuestión de nombre Frank Zito, en esta versión homenajea a personajes cinematográficos "sonados", como el mismísimo Buffalo Bill en la película de Jonathan Demme. Las evidencias de rendir cuentas a El Silencio de los Corderos son directamente proporcionales a las aficiones y desviaciones de ambos psicópatas.
Largo es el camino abierto por el gran maestro del suspense, en esto de aterrorizar a las damas, Alfred Hitchcock sigue plagando de cadáveres femeninos desde su Psicosis hasta su Frenesí.
Para finalizar, una nota de aficionado a la ficción alejada de las noticias y la actualidad.
Seguramente, la mujer no se sienta a gusto viendo esta violencia sin sentido (aunque camuflada visualmente en las secuencias), e incluso sentirse ofendida ante la explicitación del depredador sexual. Pero, el director Franck Khalfoun guarda una justicia poética, onírica y de complicidad con las víctimas. Sólo puedo decir, un dicho muy español como "A cada cerdo le llega su San Martín".
En Maniac nos hallamos en una visión femenina del icono vengativo y social (no amparado por la justicia), despachando la imagen real de los individuos violentos, sin remordimientos.
* Interesante *