El humo procedente de los incendios forestales puede elevar de forma significativa las concentraciones de ozono en la atmósfera, incluso en áreas alejadas de fuentes humanas de contaminantes precursores, como los óxidos de nitrógeno (NOx).
Esta es la principal conclusión de una investigación liderada por la Universidad de Utah, que advierte del impacto de este fenómeno en la salud pública y en la calidad del aire.
El trabajo, publicado en la revista Atmospheric Environment, analiza cómo el ozono, una molécula reactiva de oxígeno (O₃) que perjudica los pulmones y otros tejidos sensibles, puede generarse en grandes cantidades a partir del humo de los incendios. Según explica el autor principal, Derek Mallia, profesor asistente de investigación en ciencias atmosféricas, incluso si se eliminaran todas las emisiones regionales de origen humano, los incendios seguirían siendo capaces de generar niveles elevados de este contaminante.
La investigación señala que las zonas situadas a sotavento de los incendios reciben una “doble dosis” de contaminación: partículas finas y ozono. En Estados Unidos, la exposición al humo provoca unas 6.300 muertes anuales. A diferencia de otros contaminantes, el ozono no se libera directamente, sino que se forma en la atmósfera mediante un proceso fotoquímico impulsado por la luz solar y la interacción de NOx y compuestos orgánicos volátiles (COV), estos últimos presentes de forma abundante en el humo.
Los niveles de ozono dependen de múltiples variables, como el viento, la temperatura, la nubosidad o la hora del día, lo que dificulta su modelización. Para estudiar la relación entre humo y ozono, el equipo de Mallia utilizó modelos informáticos acoplados (WRF-Sfire y WRF-Chem) aplicados a un episodio de incendios sin precedentes ocurrido en agosto de 2020. En ese periodo, el incendio August Complex de California arrasó más de 400.000 hectáreas, mientras que otros focos en Utah y Oregón destruyeron más de 190.000 hectáreas adicionales.
Los resultados muestran que el humo puede aumentar las concentraciones de ozono en torno a 21 partes por mil millones (ppb), lo que equivale a un incremento de entre el 20 % y el 30 % respecto a los niveles habituales. En regiones del oeste de Estados Unidos, donde las concentraciones de fondo ya son elevadas, este aumento puede situar los valores por encima del límite de 70 ppb fijado por la Agencia de Protección Ambiental.
El estudio también detectó que la sombra proyectada por el propio humo puede reducir la formación de ozono hasta en 10 ppb, al bloquear parte de la radiación solar necesaria para la reacción fotoquímica. Sin embargo, este efecto solo se observa cerca de la fuente del incendio y desaparece a medida que el humo se dispersa.
Los autores concluyen que, ante la previsión de incendios más intensos y frecuentes por el cambio climático, será necesario perfeccionar los modelos de calidad del aire para prever mejor el impacto del humo en la formación de ozono.