Recuperarse de la adicción: La Fundación Recal

La institución ofrece tratamiento de día en Madrid Capital, dos viviendas en Pozuelo de Alarcón y una clínica para ingresos en Majadahonda, donde las personas pueden emprender una nueva vida, plena y saludable.
La Fundación Recal es sinónimo de esperanza para quienes viven de cerca la tragedia de la adicción. El enfoque que le da la organización sin ánimo de lucro es holístico: contempla todas las facetas de la dependencia a sustancias y comportamientos compulsivos (física, mental, emocional y espiritual); se dirige tanto al paciente como a su entorno familiar, por lo general profundamente afectado; y persigue la abstinencia, pero también superar las consecuencias del consumo de diversa índole, tales como sociales, laborales y académicas, afectivas u orgánicas.
Adicionalmente, cada persona que se recupera contribuye al avance de la comunidad, ayuda a vencer prejuicios y se convierte en una referencia -una luz, diría- para quienes desean dejar las drogas y las conductas adictivas.
La persona adicta, persona enferma
Las enfermedades mentales presentan un estigma social como ninguna otra. De entre ellas, la adicción sea quizás la que figure en primera posición.
“Mala gente”, “golfos”, “viciosos”, “sin valores” y hasta “escoria” son calificativos habituales que reciben las personas adictas. Pero resulta que es una patología, y muy dura. Así lo reconoce la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales”.
En la cadena de Experimentación -> Uso -> Abuso -> Adicción, muchas personas paran en algún momento. Otros, no lo consiguen. La buena noticia es que -como patología que es- se puede tratar.
“Para mí fue un alivio que me dijeran que era una enfermedad. Yo no era un golfo ni un desalmado, sino un enfermo, ¡y me podían ayudar!”. Diego H.
Para entender mejor esta grave afección psiquiátrica, acudimos a la Clínica Recal. Su directora de tratamiento, María Quevedo, nos explica sus rasgos:
<"background-color: inherit; color: inherit; caret-color: auto;">-Primaria: No es consecuencia de otras enfermedades.
<"background-color: inherit; color: inherit; caret-color: auto;">-Crónica: Persiste a lo largo del tiempo.
<"background-color: inherit; color: inherit; caret-color: auto;">-Progresiva: Lleva consigo cambios físicos, emocionales y sociales acumulativos y que se incrementan mientras el abuso continúa.
<"background-color: inherit; color: inherit; caret-color: auto;">-Mortal: Tiene consecuencias fatales para el propio enfermo y eventualmente para las personas de su contexto.
Remarca que cuando hablamos de dependencia a sustancias no es únicamente a las ilegales. La nicotina y el alcohol son drogas.
“Pasaba breves periodos de abstinencia, a pesar de levantarme con aquellos temblores. Pero ni siquiera cuando no bebía atendía a mis hijos. Estaba allí, sí, pero no se puede decir que estuviera presente”. Elena T.
Y es que la omnipresencia del alcohol en la sociedad es tal, que tendemos a infravalorar sus consecuencias. Es como si tu entorno te empujara a beber: familia, amigos, películas, canciones, publicidad (también la institucional, como es el caso de vinos y licores con denominación de origen). En todas las ocasiones: para celebrar, para olvidar, para pasar el dolor, para socializar, para el prestigioso maridaje. Pero cuando se convierte en un problema te dan la espalda, te rechazan. Emerge la marginación y el desprecio. En el caso de la población femenina parece ser aún más evidente. Todos hemos oído decir de un hombre “qué tío, bebe como un cosaco” o “cómo le pega al whisky”. Y, cuando una mujer tiene los mismos comportamientos, dicen de ella que “es una borrachuza”.
Las cifras "gritan"
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), el impacto de las sustancias ilegales sobre lo que se denomina “carga de mala salud” es del 0,8%, mientras que la del alcohol asciende al 4%. Por cierto que este último porcentaje se dispara en Europa y Norteamérica. En la población, beber -ya sea razonable o excesivamente- es parte de nuestra cotidianidad; pero hay un segmento que parece estar condenado al alcoholismo.
Hay otras drogas cuyo consumo se ha normalizado entre los jóvenes, como el cannabis. Y es que hay sustancias que aparentan ser menos problemáticas, lo cual no es cierto en el caso de los adictos. La expresión “droga blanda” ha causado mucho daño.
“Miraba las noticias compulsivamente para saber si aquel anciano al que agredí murió desangrado. Nunca imaginé que podría hacer algo así para conseguir dinero para porros”. Marcos P.
La ONUDD informaba de que, entre 1989 y 2001, un 3,5% de la población mundial mayor de 15 años había consumido cannabis. Esta es la droga ilegal que ostenta la edad de inicio más baja; según los datos de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, la media en España es actualmente de 18,4 años… ¡La media!... es decir, hay una ingente cantidad de consumidores que empiezan muy por debajo de la mayoría de edad. Cuando el cerebro aún no ha alcanzado la madurez neurológica, la posibilidad de daños mentales severos (como los trastornos esquizoides) es muy alta. Muchos de estos jóvenes llegan a la clínica también con graves problemas comportamentales, entre los que destacan las conductas agresivas y violentas.
“Estaba convencido de que era un incomprendido. Aunque pegaba a mi madre y a mis hermanos, no era consciente de que el problema lo tenía yo. En la Clínica Recal comprendí que mi percepción de la realidad estaba completamente distorsionada”. Javi L.
Cuando “droga dura” era sinónimo de heroína: en las Segundas Jornadas sobre Adicciones de la Fundación Recal, en mayo de 2019, Ignacio Calderón, el vicepresidente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) explicó que se han perdido décadas en la lucha contra las drogas debido al enfoque –casi monográfico- hacia los opioides. Comerciantes y sociedad respirábamos aliviados ante el descenso de la criminalidad y de la presencia de toxicómanos con jeringas por la esquinas. Mientras, campaban a sus anchas sustancias que no llevaban ese sello de marginalidad: anfetaminas, cocaína (en polvo y base), éxtasis, GHB, metanfetaminas, alucinógenos, hipnosedantes… Y, de nuevo, los opioides: el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína.
“Yo simplemente quería divertirme más, bailar más, ser más extrovertida. Ligar. Todo el mundo consumía. Al final acabé encerrada en casa y en mí misma”. Sofía F.
La Fundación Recal trabaja intensamente para derribar viejos mitos sobre las drogas y alertar sobre las consecuencias reales del panorama actual. El enfoque es educacional, con acciones en centros educativos, escuelas de padres, y en la vía pública, gracias al compromiso de las instituciones locales, tales como los Ayuntamientos de Majadahonda, Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte.
“Pero, si yo ‘solo’ fumo porros. No comprendo eso que me dicen de que es tan peligroso, que puede tener consecuencias fatales”. (joven participante de un taller)
En realidad cualquier droga es muy dura. Además de acabar en la cárcel o en un hospital, todas pueden producir la muerte (sí, el cannabis también). Los casos de sobredosis o coma etílico son solo una pequeña parte. Hay otras cifras menos obvias: accidentes en coche o moto, muerte por armas de fuego en robos y asaltos, accidentes domésticos, peleas, agresiones y ajustes de cuentas, enfermedades orgánicas crónicas y agudas, accidentes laborales, atropellos, caídas… y, por supuesto, los suicidios (la mayoría sigue creyendo que es cuestión de fuerza de voluntad. El escasísimo éxito de este enfoque, hace que el enfermo –frustrado- piense en quitarse la vida como única salida).
Las otras adicciones: comportamientos compulsivos
Acabamos de mencionar los suicidios. Pues bien, la adicción con mayor prevalencia de esta tragedia es el juego: cerca de un ¡90%! de los jugadores patológicos españoles presentan ideación suicida y uno de cada cinco lo ha intentado (informe “Juego patológico y suicidio”, 2016).
La Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) declara que “España es un paraíso para las multinacionales del juego, tanto por internet como presencial en casinos, bingos, máquinas tragaperras en bares y en salones de apuestas”. Los luminosos de colores y reclamos de estos últimos, a pie de calle, tienen su réplica en las apuestas online. En estos casos, es frecuente que animen al juego personas famosas que son un referente para la población, ya sea adulta (Carlos Sobera) o joven (Rafa Nadal) y que jamás veríamos promocionando el tabaco, o bebiendo orujo.
“No recuerdo las caras de aquellos hombres. Yo cerraba los ojos, pensando ‘aguanta, que ya acaba, pronto tendrás dinero en la mano’. Siempre me decía a mí mismo que sería la última vez, que iba a pagar mis deudas con la siguiente apuesta”. Jaime P.
En la Clínica Recal de Majadahonda reciben cada vez más pacientes cuyas adicciones son a comportamientos. “La clave es la misma: pedir ayuda, rendirte. Lo que pasa es que a veces las consecuencias son menos obvias en sus primeras fases”, declara María Quevedo.
Las diferencias por sexos son notables. Así como el juego patológico es más frecuente entre los varones, en los trastornos de alimentación el patrón es abrumadoramente femenino. Según datos del Observatorio Gabia sobre Adicciones, más de 6 de cada 100 mujeres entre 12 y 21 años los sufre. Tremendo. En esta línea, el Consejo General de la Psicología de España advierte que estas conductas se inician cada vez a más temprana edad. Concretamente, desde los 10 años. Para cuando deciden ingresarse, los patrones patológicos llevan perpetuandose muchos años. Por este motivo, en la Clínica Recal se crearon grupos especiales “de comida” dirigidos por el reconocido especialista en la materia Dr. Rodríguez Martín, al que llaman sencillamente Boris. Su equipo acaba de lanzar una aplicación gratuita para el móvil, PlaniFive, cuyo objetivo es aprender a comer bien (vs. el concepto tradicional de dieta, que erróneamente se asocia a restringirse). Es de las patologías adictivas más complejas, porque no se puede basar en la abstinencia, hay que comer para vivir. Tienes que aprender a tener una relación sana con “tu droga”.
“Me quitaron la báscula y las llaves de casa; me dijeron que se había roto el espejo de mi cuarto; yo me medía poniendo la mano en torno al bíceps, quería conseguir cerrarla, que se tocara el dedo índice con el pulgar”. Marta B.
Respecto al sexo, se estima que entre el 3% y el 6% de la población podría presentar problemas de conducta sexual adictiva; entre ellos, solo un 1% solicita ayuda clínica, según datos que he leído esta misma semana en www.fundacionrecal.org. También hay diferencias por género: el porcentaje es superior en los hombres. En las mujeres predomina la adicción al amor (sí, al amor romántico, en que necesitan enlazar una relación con otra para mantener ese “subidón” del enamoramiento).
Para hablar de la adicción a la tecnología necesitaríamos un artículo monográfico. O varios: uno para internet; otro para videojuegos (según la OMS entre un 2% y un 3% de las personas que juegan a videojuegos tienen un comportamiento abusivo y pernicioso, que "prevalece frente a otros intereses vitales" de quien lo padece); y otro para la adicción al móvil… según el estudio anual de IAB (Interactive Advertising Bureau), en 2018 más de 7,6 millones de españoles se consideraban adictos al móvil; esta cifra ascendió a 8,1 millones en 2019. Asusta.
Una última nota más sobre las adicciones “sin sustancia”: en las Vigésimas Jornadas sobre Patología Dual de abril de 2018 se certificó que en el 60% de las personas adictas a comportamientos se desencadenan otras patologías mentales.
Lo reportado hasta aquí sobre adicciones a sustancias y comportamientos no pretende ser una retahíla de cifras “porque sí”. Mi humilde objetivo hacia ti, lector, hacia ti, lectora, es que nos hagamos esta pregunta: Si el panorama es tan devastador, ¿por qué el porcentaje que pide ayuda es ínfimo?
La Fundación Recal: Un camino a la esperanza
Pocos reparan en un espacio de recuperación que hay junto al bullicio del centro comercial Gran Plaza 2. Es una clínica donde desintoxicarse, sí, pero en nada se parece a la imagen que tenemos de una instalación hospitalaria.
“Al ver Recal, desaparecieron todas mis resistencias ante un ingreso. Es como un oasis de paz, donde parece que el tiempo se detiene, para centrarme en mí mismo, en recuperar mi vida, tener un futuro”. Jesús H.
Diseñada por el afamado equipo de arquitectos A-cero, consta de dos diáfanos edificios de una sola planta, instalaciones deportivas, y amplios espacios al aire libre. El tratamiento es muy personalizado, ya que el máximo de pacientes ingresados es de 24. Son ONCE habitaciones dobles y dos adaptadas (estas individuales, por cuestiones de accesibilidad). Dispone de cuatro plazas subvencionadas para el Centro de Atención a Drogodependientes (CAID) de Majadahonda (el único del noroeste de la Comunidad de Madrid que atiende patología dual), a disposición de los habitantes del municipio.
La cariñosa acogida de los compañeros vence cualquier vacilación en los recién llegados. Tienen el mismo problema “y se están poniendo bien”. Son sus iguales, nadie les va a ver como un vicioso o una golfa. Golfa… esa palabra demoledora y cruel. A este respecto, quisiera resaltar la labor que desempeñan en la Clínica Recal hacia las mujeres. En el grupo de terapia especial para ellas comparten sus experiencias más delicadas, las sanan. Y cuando se incorporan a su vida normal, pueden seguir yendo al grupo… llenan de esperanza y ánimo a las que están ingresadas. Son una piña, yo lo he visto.
“Toleraba que él me hiciera todo aquello. Sentía tanta culpa y tenía tan bajo concepto de mí misma, que pensaba que ‘lo merecía’. Ahora sé que es intolerable (y un delito). Aprendo a poner límites, también en cosas menores, a las personas de mi entorno. Prepárate mundo, que allá voy”. Alejandra V.
Y es que Recal es mucho más que una clínica donde ingresar para desintoxicarse. Por supuesto que primero hay que dejar las sustancias y los comportamientos compulsivos. Pero el objetivo va mucho, mucho, mucho más allá: cambiar los hábitos vitales, recuperar la autoestima, adquirir nuevas rutinas, reconstruir una vida deshecha, incluso disfrutar de las cosas pequeñas… en definitiva, después de tanto sufrimiento, ser responsable y ser feliz.
“He hecho bastante más que dejar de consumir: he encontrado un estilo de vida saludable y sereno. He vuelto a trabajar (bien) y tengo una pareja que me respeta”. Claudia R.
Nos dicen que la clave es rendirse y pedir ayuda, reconocer la impotencia ante las sustancias y las conductas de consumo. Unos necesitan fondos más duros para decidir ingresarse, otros reaccionan antes.
“Yo pensaba que era más listo que nadie. Pero todos en la oficina sabían lo que pasaba. Me dieron muchas oportunidades, pero yo no podía dejarlo. Me tuve que ver viviendo en la calle y con mis hijos en servicios sociales para reaccionar”. Juan L.
Las familias también necesitan recuperarse, ¡han sufrido tanto!
“Tuve que esconder las joyas. Hasta iba con el bolso por casa, para que no se llevara mis tarjetas”. Silvia J.
La vida del adicto gira en torno a la sustancia o al comportamiento. Análogamente, la del familiar suele hacerlo en torno al adicto. Y ambos tienen una falsa sensación de control (el uno sobre su droga o conducta; el otro, sobre que puede ayudarle a dejarlo).
“Ella escondía la comida y yo se la tiraba, para ayudarla. Le ponía alimentos sanos, pero se pasaba el día vomitando y tomando laxantes. Era desesperante, frustrante, agotador, pero yo seguía convencida de que podría sacarla de aquel infierno. Es muy duro decirlo, pero ahora creo que fue providencial que nuestra hija entrara en paro cardiaco. Solo cuando ella misma vio el peligro, aceptó voluntariamente ingresarse, darse una oportunidad, y ahí sí se empezó a recuperar”. Cristina R.
Las familias van los sábados de visita a la clínica y se celebra una sesión conjunta con los pacientes. Lágrimas de emoción y mucha alegría. Esperanza. Ven como se obra el milagro. También disponen gratuitamente de sesiones de formación los lunes y los jueves… Se oyen testimonios como este:
“Yo no sé las horas que hemos pasado asomados a la ventana, a ver cuándo llegaba. Cientos. Las pocas veces que volvía antes del amanecer, su madre y yo nos hacíamos los dormidos, teníamos miedo de enfrentarnos a él”. Ricardo A.
Y también como este:
“Tras salir de la clínica, le ofrecieron un piso tutelado. Necesitaba adquirir nuevas rutinas y hábitos. Aún no lo puedo creer. Ha retomado los estudios, es cariñoso con sus hermanos. Visita a su abuela. ¡Hace su cuarto!”. Carmen B.
El depurado protocolo que hubo de implantarse al llegar la pandemia de Covid-19 implicó grandes limitaciones en los accesos y salidas de la Clínica, así como en los grupos de terapia de Recal Madrid y los dos pisos de Pozuelo. Era vital -junto a las exigentes pautas de higiene en la rotación de los profesionales- para que no entrara el virus. Objetivo conseguido, gracias a la conciencia de las familias y la buena voluntad de los pacientes que, a pesar de esta dificultad añadida, han conseguido dejar las drogas y los comportamientos adictivos. Sois muy grandes.
La pregunta que planteábamos al principio se va resolviendo: pocos piden ayuda porque no saben dónde acudir o simplemente porque creen que de esto no se sale (y es que la abstinencia no suele durar). El éxito del tratamiento en la Fundación Recal reside en el enfoque hacia la recuperación, más allá del “no consumir”. Cada paciente habla muy orgulloso de los días de limpieza: dos meses sin probarlo o quince días sin meterme los dedos para purgarme… Pero hay más detrás de sus palabras: porque llevan “equis” días sin mentir, sin manipular, sin robar, sin buscar la ruina a la pareja, sin que los hijos sean la última de sus prioridades, sin tener a la familia en un permanente sobresalto, sumida en la angustia y en la desesperación.
Y, tras el oscuro sufrimiento, se hace la luz. Hijos, padres, parejas, hermanos y amigos enfermos, os queremos de nuevo en nuestras vidas; decidlo, por favor:
“Se acabó. Solo -o sola- no puedo. Necesito ayuda”. Así empieza todo.
Sonja Perera
*Mi agradecimiento a los pacientes de la Clínica Recal y las familias que han brindado sus testimonios, ojalá que podamos ayudar a muchas personas. Los nombres han sido modificados para proteger su identidad.