Toda agonía es patética

 Toda agonía es patética

Ninguna agonía es divertida. Al menos, a mí no me divierten, y me parecen tan decadentes como las despedidas de soltero/as.

Las agonías suelen variadas, y las hay de muchas clases: humanas, comerciales, artísticas, políticas... La semana pasada comenzó la agonía de Pedro I, El Mentiroso, que intenta arrastrar al PSOE, porque está convencido den que el PSOE no puede vivir sin él. No es una excepción. He oído a ministros, de derecha e izquierda, hablando de "mi Ministerio", como si lo hubiera comprado o se lo hubieran regalado unas Navidades.

Las agonías demasiado prolongadas convierten en papel mojado los cuidados paliativos, porque si el dolor ajeno nos puede producir lástima, cuando el empecinamiento en alargarlo resulta irracional, da paso al ridículo. Cuando al líder no se le quiere, y tampoco se le teme, queda algo peor: que se empeñe tanto en hacer el ridículo que provoque la risa o la sonrisa del respetable pueblo.

Ignoro si al ridículo Sansón, de ahora mismo, le quedan músculos y fuerzas para derribar las columnas que sostienen al PSOE, y así perecer todos, pero esa es una posibilidad que sólo pueden impedir quienes están dentro. Tengo amigos, desde hace mucho tiempo, en El PSOE, y contemplan preocupados la deriva, sin demasiadas fuerzas ni posibilidades de hacerse oír, porque Pedro I, El Mentiroso, ha transformado el partido en una dictadura. La dictadura, hasta hace unas semanas, la organizaba un núcleo de corruptos, que luchaban por sus comisiones y sus mordidas, y, ahora, el relevo, lucha por la nómina, una nómina que depende de un contrato fijo-discontinuo, que acabará cuando concluya la agonía, y podrá volver a ser fijo, si ayudan a que la agonía no se eternice.

La paradoja es que cobrarán o lucirán el cargo, sólo mientras dure la agonía, pero si optan por la regeneración podrán volver a ser contratados, porque se habrán transformado en el relevo. También puede suceder que, el soberbio Sansón, carezca de fuerzas, y sean las columnas las que se derrumben sobre él, pero conociendo a Pedro I, El Mentiroso, es impensable que sopese esa hipótesis. En Suecia, cuando ven a una persona empecinada en seguir bebiendo, le recuerdan un refrán muy popular: "Si más de tres personas, te dicen que estás borracho, métete en la cama". Decenas de miles de militantes socialistas sufren cuando ven al supremo líder aparecer en público, intentando aparentar serenidad. Pero también saben que no se retirará. Y, aunque algunos se rían, no es de alegría, sino de contraste, porque ninguna agonía es divertida.


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