¡Duele tanto tu ausencia! ¡Duele tanto saber que nunca más podré besarte, abrazarte, que nunca más cogerás mi mano entre la tuya! Apenas han pasado veintiún días desde que nos dejaste y ayer volvimos a juntarnos todos los que te queríamos -muchos más estaban presentes aunque no pudieran estar allí- para decirte adiós.
Yo dije que no era una despedida, sino un hasta pronto. ¡Cómo decirte adiós sin desgarrarme! Aunque cada día que pasa quede uno menos para reencontrarnos ¡qué lejos parece!
Durante casi seis décadas has sido mi amor, mi esposa, mi compañera, mi amante, mi amiga, mi cómplice, la persona que me lo dio todo sin guardarse nada, con quien tanto he reído y también he llorado. Tus hijos, tus nietos, tus hermanos, tus amigos te recordamos como lo que eras, un ser de luz, de mi luz de nuestra luz, siempre sonriente, divertida, acogedora, positiva, incapaz de guardar rencor, elegante, con tu sombrero -lo llevabas como nadie-, volcada en esa familia que recibimos con amor y construimos apasionadamente juntos.
También en tus amigos, en los demás, en tu trabajo, una profesional de primera. Nadie sabía escuchar ni abrazar como tú. Como dice tu hijo eras "alguien que hacía que los demás, desde los más cercanos hasta un camarero en un bar se sintiesen mejor que antes de que tú te cruzases en su vida". ¡Te admiraba, te admiro tanto!
Sé que no te vas a olvidar de nosotros -¡te seguimos necesitando tanto!- y nosotros tampoco te vamos a olvidar nunca. No podríamos. Cuida sobre todo a tus hijos y a tus nietos. Nos has dejado rotos, pero también nos dejas todo ese amor que desprendías. Hace veintiún años, en otras circunstancias, te escribí desde el corazón lo que yo creo que ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. No cambio ni una palabra ni un sentimiento de lo que te dije entonces: "Si mañana se me olvida quién soy y, sobre todo, quién eres tú, la persona que amo apasionadamente desde la convicción, la libertad y la esperanza de seguir construyendo todo juntos...
Si mañana olvido quiénes sois vosotros, los que me hicisteis -con amor- y los que hice -con igual amor- y con los que he tratado de construir la vida siempre en positivo, porque lo aprendí de ti...
Si mañana no recuerdo quiénes me ayudaron a recorrer el camino, cuesta arriba y cuesta abajo, y me dieron tantas oportunidades de hacer algo por los otros...
Si mañana olvido lo hermoso que es el mundo que hizo Dios y lo injusto que soy tantas veces con él y con quienes no tuvieron ni tendrán nunca las mismas oportunidades que yo he disfrutado...
Si mañana no sé dónde está el mar ni mis recuerdos ni la historia que juntos construimos...
Si mañana eso es así... no pasará nada.
Sigue diciéndome que me amas y sigue abrazando fuerte mi cuerpo.
Yo estoy seguro de que sentiré tu amor aunque no recuerde nada.
Madrid Actual no se hace cargo de las opiniones de sus colaboradores, que no tienen por qué coincidir con su línea editorial.