Nunca, desde hace muchos años, había visto tantos retratos de Franco en los periódicos y en las teles.
Todo parece confluir en la 'conmemoración' del 21 de octubre, día siguiente al 50 aniversario de la muerte del dictador, a quien ahora parece que muchos de nuestros jóvenes, que no 'disfrutaron' del franquismo, no lo consideran tan malo. Estamos en pleno revisionismo y resulta que Franco, nada menos, viene a llenar los huecos informativos. No sé, la verdad, si aquel que fuera llamado 'Caudillo de España por la gracia de Dios', y de quien ya comienzan a aparecer esquelas nostálgicas en algún periódico, merece los honores de la reencarnación. O si quizá con estos fastos que dicen conmemorar la llegada de la democracia medio siglo ha, lo que hacemos es no hablar de otras cosas, de un presente algo lacerante y de un futuro cada día más incierto.
Yo, la verdad, hubiese aprovechado todos estos esfuerzos en fastos (y todo el dinero gastado) en hablar más del porvenir de nuestros 'zetas' y algo menos, lo siento, de esa 'memoria histórica' que a veces se vuelve histérica y quiere sancionar a Juan Carlos de Borbón por elogiar a su antecesor, o sea, Franco, en el inoportuno libro que aún casi nadie hemos leído pero que todos comentamos para mal, creo que con razón. El mundo es una apuesta por incógnitas preocupantes sobre el porvenir -este martes, sin ir más lejos, aquí tendremos, en Madrid, a la figura sufriente de Zelenski- y nosotros, muy nuestro, anclados y a garrotazos por el pasado.
Pero, ya que estamos, hagámoslo, al menos, bien. Que la noticia del aniversario del comienzo de la democracia (que no fue, por cierto, el 22-n-1975,sino casi dos años después) no se agote en sí misma, y procure de una vez dos cosas: el entierro de la guerra civil y la reconciliación. Que Franco deje de ser un elemento arrojadizo a la cabeza del rival político, al grito de "eres un franquista" o "eso es franquismo".
Enterremos de una vez al dictador, bastante olvidado ya en su tumba de Mingorrubio, y pasemos página: ¿qué propuestas nos lanzan nuestros representantes para mejorar nuestro porvenir y, sobre todo, el de nuestros hijos y nietos? Me gustaría que esta fuese la última semana en la que miramos atrás y la primera en la que nos volcamos hacia adelante, hacia la fabricación de ese país nuevo que no acaba de nacer por los egoísmos, la falta de patriotismo y el encanallamiento de buena parte de quienes dicen representarnos buscando lo mejor para nosotros.
Parodiando a los de la 'generación del 98', cerremos con siete llaves el sepulcro de Franco, que es mucho más importante que cerrar la Fundación Franco, total para lo que sirve* Que no juegue nadie con la memoria dolorida de los vencidos ni con la altanería que aún --¡¡todavía!!-- inflama a los vencedores. Hoy no debe haber ya ni los unos ni los otros. Quizá lo logremos ya esta misma semana, aunque no se más que por hartazgo de lo hasta ahora actuado.
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