El Metropolitano tiembla con el rugido de AC/DC en una noche histórica

El Metropolitano tiembla con el rugido de AC/DC en una noche histórica

La noche del sábado 12 de julio quedará para siempre en el recuerdo de quienes la vivieron. AC/DC, la banda más emblemática del hard rock internacional, desplegó toda su potencia ante un Metropolitano completamente abarrotado.

Desde horas antes del inicio, el ambiente ya era el de una auténtica liturgia rockera: miles de almas llegadas no solo de Madrid, sino de toda España, se congregaron para vivir una noche única. A cada paso, camisetas con portadas legendarias, bandanas, guitarras hinchables, cuernos rojos brillando en la cabeza de los asistentes y una atmósfera eléctrica que unía generaciones en torno a un mismo latido: el de la música más poderosa jamás compuesta.

El concierto arrancó con los riffs de If You Want Blood (You've Got It), y desde ese primer zarpazo, la maquinaria de AC/DC no dio tregua. Una sucesión brutal de clásicos que hicieron retumbar el estadio sin descanso: Back in Black, Shoot to Thrill, Hells Bells, Thunderstruck, Sin City, You Shook Me All Night Long, T.N.T. y, por supuesto, Highway to Hell. Brian Johnson rugía con esa voz rota que ha marcado a generaciones, mientras Angus Young desplegaba sobre el escenario una intensidad que desafía toda lógica, marcando un ritmo implacable al frente de una banda que sigue siendo sinónimo de grandeza.

Angus y Brian, leyendas vivas que no se rinden al tiempo

Con 70 años, Angus Young sigue siendo un gigante del rock. Ya no corre como antes, pero cada gesto suyo, cada paso, cada riff, tiene una fuerza escénica arrolladora. Su carisma sobre el escenario es magnético, y su solo durante Let There Be Rock volvió a ser uno de esos momentos que se convierten en parte del alma de los que lo presencian. Brian Johnson, que a sus 77 años conserva la garra y la entrega que lo caracterizan, desafió sus propios límites para ofrecer una actuación poderosa, llena de entrega y de emoción. No tienen la agilidad ni la voz de sus días más salvajes, pero eso solo subraya la hondura de su leyenda. Porque lo que transmiten ahora, con cada nota y cada mirada al público, es algo aún más poderoso: el testimonio de toda una vida vivida al servicio del rock.

El estadio rugió como un gigante en cada compás. Las luces, los cañones, los riffs inmortales, y ese público que no dejó de vibrar un solo instante elevaron el espectáculo a la categoría de leyenda viva. Padres con hijos, abuelos con nietos, veinteañeros desatados y veteranos de mil conciertos unidos en un mismo grito de júbilo. Fue una celebración, una exaltación de la música como fuerza que une, que sacude y que permanece.

El final de una noche que ya es historia

AC/DC cerró su repertorio con For Those About to Rock (We Salute You) entre fuegos artificiales y el estruendo atronador de sus cañones, mientras el Metropolitano se iluminaba con miles de móviles y cuernos rojos. Nadie quería que terminara. Y nadie puede asegurar si volverán a pisar Madrid o España. Pero lo que sí quedó claro es que la huella que han dejado como banda es eterna. Porque AC/DC no es solo música. Es identidad, es verdad, es una leyenda que sigue latiendo con cada acorde.

Un último trueno por estallar 

Para quienes no pudieron estar presentes en esta cita histórica, aún queda una última oportunidad. El próximo sábado, AC/DC volverá a hacer temblar el Cívitas Metropolitano con una segunda y definitiva noche de rock. Todavía quedan entradas disponibles, y todo apunta a que será otro lleno absoluto. Una ocasión irrepetible para ver en directo a una de las bandas más grandes de todos los tiempos antes de que el trueno se apague.

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