Bárbara Sánchez: navegar entre la soledad, las relaciones románticas y las palabras

Bárbara Sánchez: navegar entre la soledad, las relaciones románticas y las palabras

Bárbara Sánchez (León, 1989) es una escritora y periodista. Ha trabajado en el “ABC” y en “La SER”. Fue en “El País” donde pudo desarrollar más su faceta como escritora. Hacía columnas de historias cotidianas que tenían lugar en los barrios de Madrid. Estos mismos se han publicado en revistas como “Quimera” y “Fábula”, por los que ganó premios como el Premio Energheia España 2023. 

“Todas las ventanas” (Plaza & Janés, 2024) es su primera novela. A través de la perspectiva de Amelia, su protagonista, se retrata la mediocridad de lo cotidiano. La autora indaga en las relaciones interpersonales de los personajes: cómo cambian y la forma en la que se desenvuelven; habla de la soledad y de su importancia en las vidas contemporáneas. 

En el comienzo de la novela Amelia se muda con su pareja, Gonzalo; aunque esta convivencia durará poco puesto que Gonzalo debe irse un tiempo a Estados Unidos, dejándola sola. A raíz de esto empieza a entablar una relación más profunda con las vecinas del edificio, relación que terminará derivando en que hagan todas juntas un pódcast. Madrid Actual ha hablado con esta escritora, con motivo del lanzamiento se su novela.

E: Si pudiera resumir el libro en una frase o palabra, ¿cuál sería?

Es un libro sobre mujeres que hablan.

E: La vergüenza es un sentimiento que está presente a lo largo de toda la novela. A veces es mencionado de manera directa y otras se puede intuir. ¿Cuál es la razón?

La vergüenza es una emoción que siento a menudo. Sobre todo en relación con el tema central de la obra: la relación que tenemos las mujeres con el amor romántico. Muchas veces he hecho cosas o me he encontrado en situaciones que, si me viera desde fuera, me parecerían vergonzosas. Sin embargo, eso no me ha detenido ni ha cambiado mi comportamiento. 

Para mí es importante tratar este tema. Porque la vergüenza no me pertenece solo a mí, nos pertenece a todos. En el caso de las mujeres, nos viene dada por nuestra educación emocional. Quería trabajar la vergüenza desde ese lugar, desde la puesta en común, para quitárnosla.

E: En una parte de la novela, se habla de los paréntesis en la vida y de cómo a veces son más largos y otras veces más cortos. ¿Son necesarios o son partes que no se pueden evitar?

Tengo una relación contradictoria con los paréntesis porque cuando estás dentro de ellos es difícil saber si realmente lo estás. Esta idea la cogí de uno de mis autores favoritos, Alejandro Zambra: “no sé si abro paréntesis o los cierro”. Esto tiene que ver con cómo construimos el relato de nuestra vida. La interpretación puede cambiar, pero los hechos en sí mismos no.

Por ende, los paréntesis a veces pueden no ser importantes. Por definición, entre paréntesis se mete aquello que no es importante en un texto; marcan una jerarquía. Y creo que en la vida se puede aplicar lo mismo. 

E: Los principales personajes de esta novela son mujeres en distintas épocas de la vida. ¿Esto fue fruto de la casualidad o estaba planeado desde el principio?

Una novela no surge en un único momento, sino que va surgiendo como momentos sucesivos. Sabía que quería que fueran mujeres que estuvieran en épocas de la vida distintas para generar esa diversidad de opiniones y de miradas. Las tres que están en la treintena o cerca fue más sencillas de escribir porque compartimos edades. Agustina fue premeditada, mientras que Ana María e Isabel simplemente cayeron en ese espacio entre Agustina y el resto. 

E: En una parte del libro el personaje de Amelia habla de cómo ve ella la soledad. Lo primero que dice es que para ella la soledad es sinónimo de nada, pero en yuxtaposición de esto no menciona a su novio, su trabajo, su madre, etc. Es decir, para ella la soledad es nada y lo es todo. ¿Qué es la soledad para ti?

Es mi gran conflicto. Siempre me he sentido muy marcada por ella. Soy hija única por lo que no tengo hermanos. Por lo tanto, he pasado mucho tiempo sola y siento que esas cosas te marcan.

Sin embargo, es necesaria. Esta novela no existiría si no estuviera acompañada de ella. Mi problema es que no sé relacionarme con ella de una manera sana. Tengo miedo de abusar mucho de ella y aislarme.

E: En la novela Amelia y Gonzalo son dos caras de la misma moneda: él muestra una versión perfecta de sí mismo, Amelia se presenta como un conjunto de dudas. ¿Qué piensa al respecto? ¿Cuál de los dos ha dado con la fórmula para vivir una vida óptima?  

Creo que el personaje de Gonzalo no es real, nadie tiene todo tan claro. En la novela lo vemos a través de los ojos de Amelia y desde su perspectiva Gonzalo parece decidido. Seguramente si la novela fuera desde su perspectiva veríamos que está lleno de dudas. 

Amelia es más humana en ese sentido. Está llena de dudas. Y ese tipo de persona me resulta más interesante. Es más real, hecha de carne y hueso.

E: A lo largo del libro hay una expresión que se menciona mucho: “esconderse detrás de las palabras”. ¿Qué opina de esto? ¿El escritor se esconde detrás de sus palabras?

Las palabras sirven para crear una distancia entre lo que dices y tu propia persona. O para eliminarla. Hay veces que funcionan como muros de protección porque no puedes decir lo que realmente piensas. Como en el trabajo. 

En mi caso intento que me sirvan para profundizar en las relaciones más cercanas. Desde el punto de vista de la vulnerabilidad. Aunque muchas veces sirven para marcar un muro entre ti y lo que estás diciendo, pero eso es muy peligroso.

E: Hay una duda que se formula en la novela y es obligado preguntarla: ¿qué es lo que ve usted cuando miras por la ventana?

Yo veo un patio interior muy aburrido. Mi casa no da la calle, mi casa da el interior de una manzana. Por lo que veo la parte trasera de las viviendas. La gente nunca se asoma a las ventanas. Y lo que veo es más la pregunta de qué tipo de persona sería yo, si mi calle o mi ventana dieran a la calle. Lo que me permite esto es tener más imaginación

E: ¿La vida es contradictoria? ¿Qué opina de los contrastes?

Intento ser consciente de mi propia profundidad y de mis propios conflictos. 

Lo primero que tengo claro al escribir una novela es el conflicto. Pues de él nace la historia.  

La contradicción es algo muy bello, pero siento que está muy penalizada y me molesta. Me aburren las personas que tienen contradicciones, pero las ocultan porque no tienen relación con su personaje. Lo divertido está en ellas. Te dan profundidad y te hacen auténtico. Me gustaría que la gente las disfrutara más.

E: En el libro el personaje de Natalia (hija de Ana María) le pregunta a Amelia cuándo dejó de escuchar a su madre.¿Se trata de una experiencia autobiográfica?

He aprendido a modular cuándo hago caso a mi madre y cuándo no. Es importante ajustar la relación madre-hija cuándo llega la adultez. Mi madre siempre va a dar su opinión, pero soy yo, como adulta, cuando la tomo y cuando no. 

Al principio no quería escucharla porque quería toma mis propias decisiones, pero esto no me llevó a un buen lugar. Ahora trato de escucharla y decido si seguir sus consejos o no. Al final mi madre forma parte de mi conciencia, tanto que sé qué me diría en ciertas circunstancias. 

E: En el libro se menciona a Taylor Swift. Ella tiene una canción en la que habla sobre cómo sabía todo a los 18 y a los 22 nada. Este mismo tema lo menciona Amelia. ¿Qué opina de esto? 

Yo a los 18 no tenía idea de nada, a los 22 tampoco, y ahora que tengo 35 menos, siempre he sido una persona que ante la vida me he sentido como muy perpleja.

E: En la vida, ¿qué tipo de persona prefiere ser: de las que quiere o de las que no?

Yo prefiero ser de las que quieren, y esa parte estaba escrita a propósito para reivindicar eso. He estado en los dos lados y creo que lo más divertido es querer.

@estaciondecult

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