El nuevo disco del infatigable conjunto italiano Accademia Bizantina con Ottavio Dantone al frente, aunque no lo parece por el programa, es el primer episodio de un ciclo (que tiene previstas tres entregas y se completará en 2028) en el que el grupo llevará al disco los Seis conciertos de Brandenburgo de J.S. Bach. No lo hace, sin embargo (y no podía ser menos, tratándose de la imaginativa formación con base en Ravena), con un diseño convencional, esto es, grabar un par de discos con esos seis conciertos sin más.
Tal aproximación, según declaran ellos mismos en el folleto del disco objeto de este comentario, les parece “reduccionista”. En cambio, ofrecen eso que hoy en día se llama una “experiencia inmersiva” para estos conciertos, relacionando cada uno de ellos con piezas del propio Bach y de otros compositores que guardan cierta relación entre sí “por su geografía, sus orígenes, la historia personal de los compositores, el uso previsto, etc.”
La intención, bien pensada, es “mostrar cómo cada uno de los conciertos de Brandenburgo de Bach se origina a partir de una idea preexistente (como el concierto con solista, el “concerto grosso”, la sonata a trío o la obertura), pero avanzando sobre ella para alcanzar una perfección desconocida que va mucho más allá del modelo del que parten.
El proyecto, pues, está construido en torno a esas seis obras maestras del Cantor, complementado con obras de compositores que compartieron estrechas experiencias artísticas y profesionales con Bach, o que, en ocasiones, simplemente se hicieron eco de sus ideas e inspiración.
El título de “Anatomía Barroca” tiene algo de juego, concibiendo cada concierto como un “órgano distinto dentro de un cuerpo musical único”. Esta primera entrega, presidida por el número 5, lleva por subtítulo “The Eye” (el ojo).
Lo que encontramos, es, en efecto, Bach en un contexto que va más allá de Bach. En el caso que nos ocupa hay, además, una conexión instrumental: el foco de las cuatro obras reside esencialmente en tres instrumentos: clavecín, flauta travesera barroca y violín. La obra principal claro está, es el Quinto Concierto de Brandenburgo. Hay en él tanta belleza y genialidad que cuesta entender que la colección entera, encargo del Margrave de Brandenburgo, permaneciera sin publicar y completamente desconocida hasta que se publicó en 1850, en el centenario de la muerte de Bach y en el hilo de la ola de resurrección de la obra bachiana, iniciado por Félix Mendelssohn con su recuperación de la colosal “Pasión según San Mateo”.
El concierto es la manifestación, una de las muchas que el catálogo bachiano ofrece, de absorción de modelos italianos que el propio Bach adoraba (ahí están sus transcripciones para teclado de Marcello, Corelli o Vivaldi) y fusión (eso que tanto se lleva ahora) con su propia maestría contrapuntística, que hoy en día sigue siendo admirada, como inigualable, por los compositores a lo largo y ancho del planeta.
Es, además, una demostración de una combinación de solistas un tanto inhabitual (flauta, violín y clave), especialmente porque el gran protagonista es el clave, habitual destinatario en la época de las labores de bajo continuo, pero raramente con papel destacado como solista, y mucho menos con la brillante partitura que encontramos aquí. Por si no fuera suficientemente evidente que es este instrumento el que tiene la parte del león, Bach le asigna la que bien puede ser la cadencia más espectacular que se haya escrito para este instrumento. Unos minutos de inagotable fantasía y exigente virtuosismo, que ponen a prueba la agilidad y capacidad del clavecinista. Es igualmente asombroso el equilibrio que consigue entre los tres instrumentos solistas, en una música que es la mejor definición de luminosa elegancia.
El modelo impregna también al “Concierto en la menor BWV 1044”, escrito años después para la misma combinación de solistas y en el que, aunque menos evidente, también tiene el clavecín un rol protagonista (el primer movimiento es toda una muestra). Georg Philipp Telemann es un nombre familiar para los aficionados al barroco, pero su más que notable figura y obra hubieran merecido muy probablemente un lugar más destacado en la historia.
De hecho, mientras vivió, su figura fue mucho más célebre que la de Bach. Pero la historia, que reparó gracias a Dios la injusticia cometida olvidando durante tanto tiempo la obra del Cantor, ha dejado al bueno de Telemann en una posición tal vez excesivamente secundaria, aunque en las últimas décadas son muchos los músicos que en el ámbito historicista se esfuerzan con denuedo porque su música recupere el lugar que merece.
La escucha del hermoso “Concierto para flauta y violín en mi menor TWV 52e3” que se nos presenta aquí debería borrar cualquier reticencia. Una obra llena de fantasía y vitalidad (basta oír los primeros compases para admirar la brillante escritura de ambos instrumentos solistas; si no parece suficiente, oigan el tercero, en que el violinista es exigido al máximo). Es bellísimo también el “Adagio”, con un elegante canto de los solistas con acompañamiento de la cuerda en “pizzicato”.
Telemann fue el padrino del quinto hijo de J.S. Bach, Carl Philipp Emanuel, que con el tiempo le sucedió como maestro de capilla en Hamburgo. Compositor de gran inventiva, autor de tratados que han sido decisivos en la comprensión del acercamiento al estilo adecuado en la ejecución e interpretación para instrumentos de teclado, el “Cuarteto en la menor Wq 93” que se incluye en el presente disco pertenece a un grupo de cuatro escritos en 1788, el último año de su vida (y el mismo en el que Mozart compuso sus tres últimas sinfonías). La obra tiene toda la imaginación y hasta atrevimiento que caracterizan la música del conocido como “Bach de Hamburgo”, en una combinación instrumental infrecuente: flauta, clavecín, viola y violonchelo.
La interpretación de la Accademia Bizantina y Dantone mantiene el extraordinario nivel a que ya nos tienen acostumbrados. Un barroco vital, contrastado, con una contagiosa vibración. El clavecinista de Ceriñola nos recuerda que, además de dirigir con excelencia, es un clavecinista de primerísima, y se luce a lo largo y ancho del disco, muy especialmente en la mencionada cadencia del “Quinto concierto de Brandenburgo”.
Lo hacen también el flautista Gatti y el eterno concertino de la agrupación, Tampieri, que tiene su momento más esplendoroso en la primera parte del tercer movimiento del “Concierto” de Telemann, realmente espectacular. Una grabación de extraordinaria presencia y nitidez y una edición impecablemente presentada completan un disco que es una verdadera delicia, de las que no conviene dejar pasar. Un comienzo sobresaliente para un proyecto: esta “Anatomía barroca” bachiana promete ser del mayor interés.
Baroque Anatomy – 5 “The Eye”. J.S. BACH: Concierto de Brandenburgo nº 5 en re mayor BWV 1050. Concierto para flauta, violín y clave en la menor BWV 1044. TELEMANN: Concierto para flauta y violín en mi menor TWV 52e3. C.P.E. BACH: Cuarteto para flauta y cuerda en la menor Wq 93. Marcelo Gatti, flauta. Alessandro Tampieri, violín. Accademia Bizantina. Ottavio Dantone, clave y dirección. HDB-AB-ST-006. 1 CD.
