Una parroquia de Villaverde en camino hacia el Jubileo de jóvenes
Un grupo de jóvenes peregrinos de la parroquia María Madre del Amor Hermoso, en el barrio madrileño de Villaverde Bajo, ha emprendido un emocionante viaje hacia Roma con motivo del Jubileo de jóvenes.
La primera parada de esta travesía espiritual es Barcelona, donde tienen previsto visitar la emblemática basílica de la Sagrada Familia.
Hermanos unidos por la fe y la experiencia
Entre los participantes destacan Lautaro y Santiago, dos hermanos de 17 y 18 años. Lautaro, que compagina sus estudios con un trabajo de camarero, subraya el buen ambiente que reina en el grupo, algo que no pasa desapercibido para los viandantes. Santiago, por su parte, afronta esta peregrinación con el deseo de vivir un encuentro espiritual y social que marque su juventud.
Miles de jóvenes unidos por la esperanza
Barcelona se ha convertido estos días en punto de encuentro para más de 1.600 peregrinos, con la previsión de que la cifra de participantes madrileños alcance los 3.000. El Jubileo de jóvenes se presenta así como una expresión viva de la diversidad eclesial de Madrid, una oportunidad para compartir la fe en comunidad y fortalecer los lazos entre distintas parroquias.
Un matrimonio al servicio de los jóvenes
Asun y Gonzalo, un matrimonio de Villaverde con 24 años de casados, también forman parte de esta peregrinación, no solo como padres, sino como responsables de grupo. Tras su experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, han decidido sumarse a esta aventura familiar, acompañados de sus hijas y al servicio de otros jóvenes. Para Gonzalo, el viaje supone una oportunidad de redescubrir la esperanza y alimentar su vida espiritual y familiar.
Matrimonio y testimonio en camino
Para este matrimonio, el viaje no solo es una experiencia personal de fe, sino un testimonio vivo del valor del matrimonio cristiano. Sienten la responsabilidad de cuidar y guiar no solo a sus hijas, sino a todos los jóvenes que los acompañan. La peregrinación, más allá de lo geográfico, se convierte así en un camino compartido, en el que confluyen diversas parroquias, historias y estilos de vida, unidos por una esperanza común que no defrauda.
