Sánchez esquiva responsabilidades políticas y encarga una auditoría externa tras la dimisión de Cerdán

El Presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha anunciado una auditoría externa de las cuentas del partido y una inminente reestructuración de la Comisión Ejecutiva Federal.
Esta maniobra se produce tras la dimisión del secretario de Organización, Santos Cerdán, quien también ha renunciado a su acta de diputado en el Congreso después de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le vinculara con el cobro de comisiones ilegales.
En su comparecencia desde la sede del PSOE en la madrileña calle Ferraz, Sánchez ha optado por escudarse en los informes "muy positivos" del Tribunal de Cuentas, insistiendo en que estos reconocen los esfuerzos del partido en materia de cumplimiento normativo. Pese a ello, ha justificado la necesidad de una auditoría independiente para “eliminar cualquier sombra de duda que pueda tener la ciudadanía”. No obstante, esta decisión llega cuando el escándalo ya ha estallado y sin que el propio líder socialista asuma responsabilidad alguna por la gestión interna del partido o por la confianza depositada en un dirigente ahora bajo sospecha judicial.
Preguntado por los periodistas, Sánchez ha evitado concretar quién será el sustituto de Cerdán, limitándose a decir que lo propondrá antes del Comité Federal del 5 de julio en Sevilla. Del mismo modo, no ha detallado qué tipo de reestructuración afectará a la actual Ejecutiva, limitándose a afirmar que la llevará a cabo “porque lo necesita la Comisión Ejecutiva Federal”. Una declaración que apunta a la intención de ofrecer una imagen de movimiento interno sin cambios sustanciales en la dirección del partido ni cuestionamiento al liderazgo de su secretario general.
Pedro Sánchez también ha afirmado que solo ha conocido el contenido del informe de la UCO esta misma mañana y que hasta entonces daba por buenas las explicaciones de Cerdán. Esta afirmación evidencia la falta de mecanismos internos de control y la indulgencia hacia altos cargos del partido, una actitud que contrasta con la gravedad de las acusaciones que ahora pesan sobre el exnúmero tres del PSOE.