Una vez salimos de casa, conectarse a las redes Wi-Fi gratuitas que encontramos en aeropuertos, hoteles o cafeterías es muy tentador.
Así, ahorramos datos o, en caso de no tenerlos, podemos seguir utilizando nuestros dispositivos sin problemas. Pero cada conexión a una red que no controlamos es una puerta abierta a errores de configuración, espionaje de tráfico y fraudes.
Las redes abiertas o públicas pueden permitir a terceros espiar lo que haces si el tráfico no va cifrado. Esto facilita el robo de cookies de sesión, la lectura de formularios o la suplantación de páginas mediante ataques de intermediario. Es una buena forma de “regalar” nuestros datos de una página de casino online a alguien y los problemas asociados a esto.
En otras ocasiones, el problema no es de la red local en sí, sino de un “evil twin”. Esto es un punto de acceso malicioso que copia el nombre de la red legítima para que te conectes sin sospechar.
Otro frente es el DNS spoofing. Esto consiste en manipular las respuestas de nombre de dominio para enviarte a webs falsas con apariencia real. Los portales cautivos también se usan para phishing si te piden “verificar” credenciales que nada tienen que ver con el Wi-Fi, una vez más, dejando nuestros datos de webs de ruleta online expuestos.
En móviles y portátiles, las conexiones automáticas a redes recordadas o el Bluetooth siempre encendido también hacen los dispositivos más “descubribles”. Además, un equipo con parches atrasados es más vulnerable a explotar fallos del sistema o del navegador. Por último, ojo a las estaciones USB públicas. Aunque no sea el Wi-Fi, el juice jacking también puede inyectar malware si el puerto no es solo de carga.
Entre las medidas más importantes que se pueden llevar a cabo, la primera es priorizar los datos móviles o compartir internet desde tu propio teléfono a tu portátil si puedes. Esto, de entrada, es más seguro que un Wi-Fi abierto. En caso de necesitar sí o sí Wi-Fi, confirma el nombre exacto con el personal del lugar y desconfía de duplicados “gratis/free” con una barra más de señal. Además, puedes usar una VPN de confianza con “kill switch”, que cifra todo el tráfico y corta la conexión si cae la VPN. El DNS o el DNS de la propia VPN también puede evitar manipulaciones.
Otras opciones son navegar siempre bajo HTTPS y verificar el candado antes de introducir credenciales. Tampoco deberías iniciar sesión en banca o cambiar contraseñas en redes públicas; además de usar la autenticación en dos pasos. Además, desactiva compartir archivos y similares, junto al firewall activo si te conectas a estas redes.
Finalmente, ten siempre el sistema y el navegador actualizado, ya que los parches cierran puertas conocidas de entrada de malware. Limita los permisos siempre que puedas, apaga el bluetooth y el Wi-Fi si no los estás usando y, si puedes evitarlo, no cargues nunca en una red de recarga pública, mejor utiliza una power bank.
Con estas rutinas, la necesidad cotidiana será mucho más segura. No se trata de vivir paranoico, solo de aplicar un puñado de ajustes y decisiones inteligentes que te protegerán cuando el entorno de red no es de tu confianza.
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