El bulo de la bomba-lapa

El bulo, como sombra interpuesta a la hostilidad de un entorno político -Sánchez y a la defensiva-, es de combustión rápida.
Da lugar al "humo de pajas" porque eso es lo que arde. Fuego fatuo y nada más. Pero sirve para activar a viejos amigos del falso relato, como los botes de humo, Los Cerros de Úbeda y otras formas de camuflar una realidad adversa.
Todo eso está detrás del esperpento gestado a partir de una charla informal de hace cuatro años entre un capitán de la Guardia Civil (antes UCO, ahora empleado de la Comunidad de Madrid) con un confidente. El agente se explayó hablando de bombas-lapa. En versión libre de los más cafeteros, eso excitó a políticos y periodistas sedientos de bronca.
Los más afines al régimen vigente quisieron entender, necesitaron entender a bote pronto, sin esperar la bajada del balón, que el guardia proponía la cancelación de Sánchez por la vida rápida, o sea, a las bravas. Pero lo que se trasladaba en la conversación era la irónica expresión de miedo del oficial a que la bomba-lapa fuese puesta contra él por algún "sicario venezolano" de La Moncloa (también en lenguaje figurado).
Delirante lo uno y lo otro. Pero tantas vueltas le hemos dado al sainete que, mire usted por donde, en los circuitos políticos y mediáticos del país se ha instalado la maléfica fantasía del magnicidio como una esquina más del debate. Dicho sea, como toque de alarma de que ciertas cosas no pueden mencionarse ni en broma. Y nunca mejor dicho.
Tres ministros y algunos periodistas se abalanzaron sobre el culebrón arremetiendo contra el PP por el presunto arropamiento de un criminal. Asunto menor que nos remite a una conclusión, esta sí, de mayor cuantía. El bulo de la bomba-lapa retrata la indigencia argumental del Gobierno y del PSOE a la ahora de eludir el cerco político y social que les inmoviliza desde que se supo lo de sus viajes a las cloacas.
Es verdad que la política se ha atascado en las cloacas. Que al menos sirva para reivindicar la función de los "fontaneros" y las "fontaneras", cuyo dignísimo trabajo consiste en sanear las cañerías y no ensuciarlas más.