¿Está mejorando la seguridad en las calles de Madrid?
Tan fácil como abrir nuestro habitual portal de búsqueda en Internet y empezar a anotar la base de nuestra indagación. Así encontramos, normalmente, lo que queremos buscar, pero también, sin ir tras ello, aparecen muchas otras sugerencias, algunas de ellas, más sorprendentes de lo que podríamos llegar a imaginar.
Hablando de la seguridad en las calles de Madrid, con tan sólo escribir las palabras “calles”, “seguras”, “Madrid”, lanzamos la pregunta al aire: ¿qué creéis que puede aparecer? Uno puede titubear y pensar en recomendaciones sobre las calles más seguras de la ciudad, una página web sobre la Calle Segura (sí, las calles tienen su propia información en páginas de Internet), o alguna entrada extraída de algún medio de comunicación en el que se hubiese realizado un estudio actual sobre ello, por poner un par de ejemplos. Pero, no. La realidad es bien distinta y chocante.
Haciendo un análisis profundo y un poco de trabajo de investigación para poder hablar y reflejar la realidad sobre la seguridad en Madrid, utilizando esas mismas palabras que anteriormente mencionábamos en el buscador, nos encontramos con que las primeras fuentes de información que deberían darnos esa tranquilidad que buscamos, más que de calles seguras, nos hablan de todo lo contrario: de la idea de inseguridad que atañe a esta gran ciudad.
Aunque los niveles de advertencia ante la “peligrosidad” de las calles madrileñas han mejorado y, día a día, Madrid y sus habitantes trabajan para convertirse en una de las ciudades más seguras, sigue habiendo calles y barrios enteros en los que la delincuencia, la violencia machista y los problemas marginales deterioran su imagen y afectan, por consiguiente, a ese paso definitivo contra la erradicación de la inseguridad civil.
<"text-decoration: underline;">Alarmas en casa para estar tranquilos
En un reciente informe llevado a cabo por la Comunidad de Madrid, en colaboración con la administración y las organizaciones y entidades pertinentes de velar por la seguridad en la capital del Estado, se ha valorado la necesidad de añadir mejoras y un refuerzo extra para garantizar a todos los conciudadanos de estas zonas más conflictivas e inseguras, la calidad de vida que merecen. Nuevo alumbrado público, vigilancia en túneles, mejoras en la accesibilidad, desarrollo urbano fomentando la movilidad con transporte público seguro... Todas ellas ideas que se han puesto sobre la mesa y que aguardan a ser presupuestadas para poder llevarse a cabo pronto.
Pero hasta que eso ocurra, ¿qué debemos hacer? Cuando el colectivo se demora en responder, debemos ser nosotros quienes a título personal cuidemos de nuestro hogar y de nuestra familia. Medidas de protección como instalar alarmas para casa son el recurso más efectivo. En los últimos años el aumento de criminalidad, provocado por la radicalización de muchos clanes y bandas callejeras, así como el mayor número de inmigración y la estrepitosa caída del nivel de vida causado por la aún latente “crisis”, han supuesto el detonante perfecto para aumentar los niveles de inseguridad en las calles de la ciudad. Los hurtos menores en los hogares suponen la vía rápida -y menos penalizada- para seguir adelante para estas personas. Es por ello que, ante la intranquilidad vecinal, han sido muchos quienes han mirado de protegerse y buscar sus propios medios de seguridad para sus calles. Los sistemas de alarmas para la vivienda han incrementado su visibilidad, no sólo en los hogares madrileños, sino a nivel nacional, ante la oleada de crímenes e incertidumbre creciente frente a una situación que nunca llegará a desaparecer del todo. Una solución eficaz y necesaria para una problemática real.
La seguridad en Madrid sigue sembrando y recogiendo sus frutos, pero es trabajo conjunto y requiere de implicación por parte de todos para lograrlo. Aunque las mejoras se han hecho perceptibles y los datos hacen un llamamiento a la calma, no podemos olvidar que sigue habiendo señales de advertencia que nos indican que, sin exagerar, tenemos que ser precavidos y confiar en el trabajo que se está realizando, pero también, velar a nivel particular por los nuestros, con las medidas recurrentes necesarias.
