Los restos fósiles de un monstruosaurio acorazado, de un tamaño similar al de un mapache y de hace 76 millones de años, han sido hallados en el Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante, en el sur del estado de Utah. El nuevo ejemplar, bautizado como Bolg amondol, en homenaje a un príncipe goblin de El Hobbit de J. R. R. Tolkien, pertenece a un grupo extinto de grandes lagartos conocidos por sus armaduras óseas y colmillos afilados.
El hallazgo, fruto de una colaboración entre el Instituto de Dinosaurios del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles y el Museo de Historia Natural de Utah, revela una rica diversidad de lagartos depredadores que coexistieron con los dinosaurios en las llanuras aluviales del Cretácico Tardío. Según el paleontólogo Hank Woolley, autor principal del estudio, se trata de una nueva ventana a un ecosistema complejo y estable donde varias especies de lagartos convivían aprovechando distintos hábitats y presas.
El nombre completo del reptil, Bolg amondol, proviene del sindarin, lengua élfica inventada por Tolkien, y significa "cabeza de montículo", en referencia a los osteodermos prominentes en su cráneo. Estas estructuras óseas, similares a pequeñas armaduras, son una de las marcas distintivas de los monstruosaurios, junto con sus dientes puntiagudos y tamaño considerable. Bolg habría alcanzado el metro de longitud, lo que lo sitúa entre los mayores lagartos de su época.
La especie fue identificada a partir de fragmentos de cráneo, vértebras, extremidades y partes de su armadura, suficientes para posicionarla con precisión en el árbol genealógico de los lagartos. A pesar de su carácter incompleto, el esqueleto hallado contiene una riqueza de información inusual para los fósiles de lagartos del Mesozoico, que suelen limitarse a dientes o huesos sueltos.
Lo más llamativo del descubrimiento, sin embargo, es que el pariente más cercano de Bolg fue hallado en el desierto de Gobi, en Asia, lo que confirma que incluso animales de pequeño tamaño cruzaban los antiguos puentes terrestres entre continentes. Este fenómeno, conocido para los dinosaurios, se extiende ahora a los grandes lagartos depredadores, sugiriendo patrones migratorios comunes para toda la fauna terrestre.
El hallazgo también resalta la relevancia científica de las tierras públicas del oeste americano. En las últimas dos décadas, la Formación Kaiparowits, donde se encontró a Bolg, ha producido uno de los registros fósiles más espectaculares de dinosaurios y otros vertebrados en Norteamérica. Preservar estos territorios resulta esencial para continuar desenterrando capítulos olvidados de la historia de la vida.