Pedro Sánchez es ya el líder de la extrema izquierda española.
Este domingo dio ya el paso definitivo al tomar el mando de la kale borroka y lanzarla sobre la Vuelta Ciclista para crear el caos en Madrid. Ha culminado con ello el proceso de batasunización de su partido y de asunción total del doctrinario podemita que conllevaba también el acuerdo de la conjunción con el separatismo y el encame con los albaceas de ETA.
Todo es Sánchez ya. Ni Yolanda Diaz, ni la familia Iglesias ni los adláteres periféricos por aquí y por allá pintan ya absolutamente nada. Todos son ya la misma cosa y bajo un mando único. Tampoco el PSOE existe ya como tal. Ya no es un partido sino un aparato clientelar de un caudillo con todos los añadidos bolivarianos y antisistema que hoy marcan el nuevo "relato". El iniciador fue Zapatero que ahora ya emerge como la máxima referencia ideológica del magma sanchista.
Todo y todos ellos solo tienen una hoja de ruta, aguantar en el poder, sabedores de que para ello lo único que no pueden hacer es dejar que el pueblo hable a través de las urnas porque si lo hicieran serían barridos del mapa. Han de aguantar como sea y lo que sea para provocar la máxima tensión, el enfrentamiento, la violencia y lo que sea menester para crear una situación de irrespirable angustia y tensión. Que al tiempo sean ellos quienes lo instiguen y que al ser gobierno y tener en sus manos el mando de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, como sucedió en las carreteras de España y en las calles de Madrid, les "facilita" mucho las cosas, como bien se pudo comprobar.
El Gobierno de España es hoy un nido de avispas rabiosas, de las que la Montero es el perfecto retrato, en un estado de febril y envenenada excitación. Son esas avispas velutinas que asaltan las colmenas de las abejas, destruyen sus colmenas y les roban el fruto de su trabajo. La miel de la que se atiborran y el panal del que no piensan dejar de chupar.
Es el miedo y la desesperación por perder el inmenso pesebre que han construido para todos ellos que buscan crear una situación de tal gravedad y confusión por la que puedan encontrar en ello la forma, la que sea y sin pararse ante nada, para perpetuarse donde están. A los españoles nos esperan días y tiempos muy duros. Extremos olvidados que han hecho resucitar y odios sobre los que soplan sin parar buscando provocar el peor de los incendios. Aquel que todos alimenten y nadie quiera parar. La tierra quemada es su hoja de ruta para intentar sobrevivir.
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