Pícaros reunidos

 Pícaros reunidos

Casi todos los actores de la trama maloliente tienen una cosa en común. Han pasado por la tienda del espía, donde se venden las artes necesarias para la fabricación de fango.

El furtivo tráfico de audios acaba siendo pasto fresco del llamado periodismo de investigación y las chispeantes tertulias, donde el roce mediático de lo político con lo judicial nos ha puesto al borde de un ataque de nervios.

Así es como la honra y la deshonra de buenos y malos, policías y ladrones, gobernantes y gobernados, se convierte en carne picada de difícil digestión entre la gente de buena fe, que es la inmensa mayoría de españoles a uno y otro lado de la barricada política, voten a quien voten, unidos por la coincidente exigencia del respeto a los principios de legalidad y moralidad que nos hemos dado para convivir.

Por eso es urgente salir al paso del síndrome del "cambalache" cantado por Santos Discépolo para denunciar que el siglo XX, "problemático y febril", se había convertido en un despliegue de "maldad insolente" donde "el que no llora no mama y el que no afana es un gil". El Siglo XXI hace méritos para ir a la zaga del XX.

Faltan voces legitimadas para asumir la apremiante tarea de enseñarnos a distinguir entre la luz y la oscuridad, verdad y mentira. Y a recordar al menos la habilitación de policías y jueces para perseguir al ladrón de guante blanco, el falso testimonio, el chantaje, la extorsión, el bulo y el saqueo de lo público como una forma de redondear el patrimonio personal de sus administradores.

¿Por qué el ministro del Interior y la directora general de la Guardia Civil hablan mejor de Sánchez o del PSOE que de la UCO? Que haya sido necesario hacerse la pregunta nos remite a las dificultades de distinguir entre buenos y malos si el poder legítimamente constituido en origen no da ejemplo en el ejercicio de su mandato. Es intolerable que los vigentes titulares de este declaren públicamente la guerra (en sentido figurado, no vayamos a liarla) a los brazos de la sociedad (medios de comunicación y asociaciones civiles) y del Estado (jueces, policías, fiscales, oposición parlamentaria) que tienen encomendadas labores de contrapeso.

Trazar la frontera entre luz y oscuridad es una asignatura pendiente en el caso "Cloacas". En la luz está la UCO, la Fiscalía Anticorrupción y los jueces que hacen su trabajo, a la luz del día y perfectamente reglado, contra la inmoralidad en las cercanías del poder. En la oscuridad están los Leires, Koldos, Aldamas, Abalos, Dolset, Hamlyn, porque interaccionan en los bajos fondos y se nutren de montajes, falsos testimonios, filtraciones manufacturadas. Mientras no decidan constituirse en sindicato de "pícaros reunidos" seguirán teniendo a su favor el factor sorpresa para que antes o después todos acabemos curados de espanto.

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