“La dulce existencia”, Milena Busquets se reencuentra con su yo de hace diez años

“La dulce existencia”, Milena Busquets se reencuentra con su yo de hace diez años

Algunas obras de arte no se abren hacía otros mundos, sino hacia uno mismo. “La dulce existencia” (Anagrama, 2025), última novela de Milena Busquets (Barcelona, 1972), relata precisamente eso: el resultado de verse reflejado en el universo intrínseco de otra persona. La obra, a mitad de camino entre la novela y los diarios, rememora el rodaje de la película que adapta “También esto pasará” (Anagrama, 2015) una obra de la propia Milena Busquets. La autora se enfrenta, por tanto, a una reescritura de su libro, a la encarnación de esas páginas en los actores y a los propios traumas –la muerte de su madre- que describía en la narración original.

En las páginas de este volumen Busquets confiesa que después de tanto tiempo, ya no siente que ese libro sea suyo: apenas recuerda las pequeñas pinceladas de ficción que había en aquella obra en la que describía su duelo. Por otro lado, la autora no interviene en el proceso de creación del largometraje, lo que la lleva a renunciar a la historia por completo.

María Ripoll (Barcelona, 1964), la directora del largometraje, reescribe la vida de la escritora y, aunque la transforma haciéndola suya, para Busquets ese rodaje trajo de vuelta a su madre y a parte de lo que ella y sus familiares habían sido durante esos años: “No había pensado ni un segundo en cómo sería el rodaje, como si viese algo ajeno a mí que no tuviese absolutamente nada que ver con mi vida. (...) Y sin embargo lo que estaba ocurriendo a pocos metros de mí era mi vida, una versión de mi vida, de mis sueños, de mis deseos, de mis miedos y de mis trucos”. 

La autora acompaña al lector en este pequeño e imperfecto viaje al pasado, cuando ella junto con el elenco y los productores deciden irse cuatro días a Cadaqués (el lugar donde transcurren todos los acontecimientos descritos en la novela “También esto pasará”) para rodar escenas de la película. 

El libro se parece a unas páginas arrancadas del diario de Busquets y su estilo de escritura se asemeja a una conversación con alguien cercano. En ocasiones la autora se dirige directamente al lector dando a entender que ambos conocen secretos, que el resto de personajes que aparecen en el libro no, lo que acentúa la sensación de acercamiento con la escritora. Por otro lado, realmente estos secretos son conocidos por el lector porque se habla de ellos en “También esto pasará”; un libro cuya lectura es, aunque no imprescindible, recomendable para poder entender la nueva novela de Milena Busquets.

Los personajes de esta historia no tienen una evolución clara: son simplemente personas desconocidas (los intérpretes) que se cruzan por la vida de la protagonista. De hecho, en ocasiones tampoco se hacen presentaciones. De repente, aparece un nombre y el lector debe deducir quién es esa persona y cuál es su relación con la escritora.

Cuando la autora describe a los actores de la película lo hace en base a cómo ella los percibió en ese momento; de una manera claramente subjetiva y condicionada por los personajes que interpretaban ellos en la película. Además, se aprecia cierta despreocupación a la hora de escribir el libro porque la escritora se confunde y utiliza el nombre ficticio que usó para el exmarido (Guillem) para hablar del hombre misterioso que se encontró en el funeral de su madre (en “También esto pasará” se llamaba Martí). 

En esta narración escrita a modo de diario la escritora cuenta un acontecimiento de su vida que a pesar de ser lineal siempre se ve interrumpido por digresiones sobre la nostalgia de la juventud o sobre la línea difusa que se establece entre la ficción y la realidad; habla de cómo, a veces inconscientemente, los seres humanos engrandecen las pequeñas cosas o cambian ligeramente el relato de situaciones que han vivido. Busquets describe estas mentiras como las culpables de romper y emborronar la historia individual de cada uno.

Como si el tiempo no hubiera pasado, en este libro aparecen las mismas preocupaciones que tenía Blanca, la protagonista de “También esto pasará”, hace diez años. Esta novela se muestra como la forma que ha tenido la autora de pasar página, y aunque es una lectura agradable para quienes leyeron esa primera novela, “La dulce existencia” no aporta giros ni una trama elaborada. Sin embargo, es admirable cómo la autora convierte lo que podría haber sido un mero rodaje en un viaje íntimo por el pasado, transmitiendo su forma peculiar y única de ver el mundo y el pueblo de su madre fallecida. 

Cadaqués es descrito por la autora como El País de Nunca Jamás: el lugar más bonito del mundo, donde todo puede ocurrir y donde ella regresa para recordar los viejos tiempos; para recordar su juventud y a su madre. Es una pausa en el tiempo, es el lugar donde se hace posible la dulce existencia: “Queríamos lo mismo: permanecer en el reino de la fantasía, de la dulce existencia, que es el reino de las posibilidades infinitas. Y también el de la inmortalidad”.

@estaciondecult

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