“La cura para todo siempre es el agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar”. La cita, atribuida a la autora danesa Karen Blixen, reconocida por su obra “Memorias de África”, es el mantra de la última obra de la doctora y escritora Myriam Ribes (Santander).
En “Agua de mar para corazones heridos” (NdeNovela, 2025), la menorquina de adopción entrelaza sus dos mundos: el frío del día a día entre pasillos de un hospital, y la calidez del mar que envuelve a los protagonistas. Desde las primeras páginas, la autora nos invita a adentrarnos en un escenario donde la medicina no solo sana cuerpos, sino también almas, y donde las cicatrices del pasado encuentran un lugar donde empezar a cerrarse.
La novela tiene como eje a Mariona, una médica que ha decidido abrirse camino en el terreno de la Medicina Integrativa, un campo todavía mirado con recelo por muchos de sus compañeros. Su vida es austera y silenciosa, sostenida por la serenidad que encuentra frente al mar. Ese mismo mar que, en la narrativa de Ribes, se convierte en metáfora de la calma, de la memoria y de la esperanza. El contraste entre la vida en el hospital y las escenas frente a los acantilados dota al relato de una profundidad emocional que atraviesa al lector.
La llegada de Oriol, jefe de cirugía plástica y antagonista declarado de Mariona, rompe ese delicado equilibrio. Lo que al principio parece un enfrentamiento irreconciliable va transformándose poco a poco en un vínculo inesperado. Ribes traza con acierto la evolución de una relación marcada por la desconfianza, la necesidad y, finalmente, por la complicidad. Es una historia madura, llena de heridas, contradicciones y verdades a medio decir.
El hospital, con su ritmo frenético, se convierte en un personaje más de la trama. Allí, entre discusiones profesionales y silencios cargados de tensión, se dibuja un mosaico de emociones humanas que va mucho más allá de las rivalidades médicas. Cada pasillo encierra una historia, cada consulta un dilema.
Pero el gran protagonista invisible de la novela es, sin duda, el mar. Sus aguas aparecen como un bálsamo, un espacio donde los personajes se despojan de sus armaduras y muestran su verdadera vulnerabilidad. Los acantilados, descritos con un lirismo sereno, ofrecen al lector un respiro entre las escenas más intensas. Allí, frente al horizonte, los personajes encuentran no solo consuelo, sino también el valor para mirar de frente a lo que temen.
La prosa de Myriam Ribes fluye con naturalidad, alternando entre la precisión de su mirada profesional y la ternura de quien sabe escuchar las emociones más profundas. La estructura a dos voces permite adentrarse en las dudas y deseos tanto de Mariona como de Oriol, enriqueciendo la trama y acercando al lector a ambas perspectivas. No es un simple enfrentamiento amoroso, sino a un proceso de descubrimiento mutuo.
“Agua de mar para corazones heridos” plantea preguntas sobre la medicina, la muerte, la espiritualidad y la necesidad de integrar todas las dimensiones de la vida humana en la práctica clínica. La novela encuentra un delicado equilibrio entre entretenimiento y reflexión. Es, al mismo tiempo, una lectura ligera —ideal para las tardes de verano junto al mar— y un relato que invita a detenerse y pensar en las segundas oportunidades, en el peso del pasado y en la fuerza reparadora del amor.
Las páginas de Ribes se traducen en una novela luminosa y sanadora, que combina el rigor de la experiencia médica con la poesía de los paisajes marinos. Una obra que nos recuerda que, aunque la vida esté marcada por cicatrices y pérdidas, siempre existe la posibilidad de volver a empezar, de dejarse curar por el mar, y de abrir el corazón a lo inesperado.