En el origen del cine español también hubo pioneras

“Cultura Commodore” ha celebrado uno de sus “Desayunos” en torno a las pioneras del cine español, aún grandes desconocidas, que vivieron la transición del cine mudo al sonoro; eran mujeres de cine, pero también de teatro y periodismo.
El homenaje ha contado con la participación de Lorena Carbajo, editora de Bala Perdida; Christina Linares, editora de Renacimiento y la doctora en Humanidades e investigadora Alba Gómez García. Todas han coincidido en la necesidad de recuperar a figuras femeninas esenciales de la gran pantalla y la comunicación audiovisual del primer tercio del siglo XX español.
Rosa Arciniega -Vidas de celuloide-, María Luisa Elío -Tiempo de llorar- y María Casares -Residente privilegiada- son algunos de los nombres que están cobrando vida en las ediciones de Renacimiento. Sumados a estos, las actrices e intelectuales Josita Hernán, Conchita Montes y Conchita y Juanita Montenegro son algunas de las artistas cuyas desconocidas biografías está publicando Bala Perdida. El encuentro, presentado por el profesor y periodista David Felipe Arranz, ha sido un homenaje a sus vidas y obras aquí recogidas como homenaje a mujeres injustamente olvidadas y cuya trayectoria puede servir como estímulo para conquistar cimas de igualdad y conocimiento aún lejanas en nuestro cine.
Christina Linares ha intervenido trazando los perfiles de la limeña Rosa Arciniega (1909-1999), que además de pensadora y escritora era una aventurera de altos vuelos que llegó a pilotar aviones y escribió Vidas de celuloide. La novela de Hollywood (1934), en edición ahora de Inmaculada Lergo y Roberta Previtera; Magda Donato (1898-1966), seudónimo de Carmen Eva Nelken, la hermana de Margarita Nelken, feminista y cronista española que se anticipó al periodismo “gonzo” de Hunter S. Thompson y fue autora de unos memorables Reportajes que ha rescatado recientemente la profesora Margherita Bernard; y María Luisa Elío (1926-2009), autora del guion de la excepcional En el balcón vacío (1961), dirigida por Jomí García Ascot, su marido, y cuyo texto junto a otros podemos disfrutar en Tiempo de llorar, que ha reunido Soledad Fox Maura.
Lorena Carbajo ha explicado después la labor que está haciendo en Bala Perdida al reconstruir las poco conocidas biografías de la actriz y escritora Conchita Montes (1914-1994), que rompió todas las reglas de aquella España y “a la que la guerra le partió la vida y llegó a recluirse en un convento, eso sí, junto a su perrito Tirso”, ha explicado la editora. Para Carbajo estas mujeres vivieron la transición del cine mudo al sonoro y conocer sus vidas es hacer un repaso al cine del siglo XX: “eran todas coetáneas y recuperarlas es recuperar la historia del siglo XX, porque en la Edad de Plata había una enorme efervescencia cultural. De hecho, Conchita Montes era, además de intérprete, traductora, crítica y adaptadora de piezas a Las Tablas, una mujer muy completa y libre que no quiso reducirse a los esquemas sociales de su época”.
Por último, la investigadora Alba Gómez García, que ha abordado en el volumen Vivir del teatro: los exilios de Josita Hernán, ha dado a conocer la irreductible personalidad de la mahonesa Josefina Hernández Meléndez, alias “Josita Hernán” (1914-1999), que interpretaba papeles de mujeres ingenuas y que se enfrentó, como muchas otras mujeres artistas de su tiempo, a constantes dilemas entre su carrera profesional y sus principios éticos: “fue amiga de Magda Donato y, como personaje incómodo e inclasificable, no se exilió, pero si compartió características de los exiliados viviendo en España”. El sistema del cine y del espectáculo era en aquellos años extraordinariamente rígido y ella trataba de ofrecer otros modelos de mujer completamente distintos: artistas, intelectuales, etcétera.