Durante los meses de calor, una de cada tres consultas en los servicios de Dermatología puede estar relacionada con picaduras de artrópodos.
Las garrapatas, protagonistas indiscutibles entre estos parásitos, se multiplican con las altas temperaturas y constituyen una amenaza más grave de lo que muchos imaginan. Estos arácnidos, que se alimentan de la sangre de animales silvestres y domésticos, pueden transmitir más de 50 enfermedades al ser humano, algunas de ellas potencialmente mortales.
Entre las patologías más relevantes figuran infecciones bacterianas como la enfermedad de Lyme, la fiebre botonosa, la anaplasmosis o la tularemia, y parasitarias como la babesiosis. También existen riesgos víricos, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC), con una tasa de mortalidad del 30 % si no se trata, y casos raros de parálisis por neurotoxinas liberadas por la picadura, especialmente en niños menores de 10 años.
En España se han registrado múltiples especies de garrapatas, y algunas enfermedades, como la fiebre botonosa, pueden complicarse hasta derivar en hepatitis o meningoencefalitis. Solo en 2024, se notificaron cuatro casos de FHCC con exposición probable a garrapatas en diversas provincias, dos de ellos mortales. El primer caso autóctono en Europa Occidental fue identificado en Madrid en 2016.
Según la doctora Ana Pulido, dermatóloga del Hospital Gregorio Marañón, las picaduras de garrapata representan entre un 5 % y un 10 % de las consultas dermatológicas en Urgencias, aunque en verano esta cifra puede llegar hasta el 30 %. Las consultas no siempre se producen por sospechas de picadura; a menudo los pacientes acuden alarmados por la presencia de lo que creen que es un tumor o un lunar alterado, para luego descubrir que se trata de una garrapata adherida a la piel.
Pulido apunta a un aumento progresivo de este tipo de consultas en los últimos años, atribuible, en parte, a la mayor exposición al medio natural provocada por el ascenso de las temperaturas y el uso de ropa más ligera. Esta combinación facilita el contacto entre personas y garrapatas, lo que incrementa la incidencia de picaduras.
Cómo reconocer la picadura y qué síntomas presentaLas picaduras suelen ser indoloras y pasan desapercibidas. Pueden causar enrojecimiento, hinchazón y picor en la zona afectada. Si hay transmisión de una enfermedad, los síntomas varían entre fiebre, dolores musculares y articulares, fatiga, dolor de cabeza e incluso sarpullidos.
La extracción temprana es clave: la garrapata tarda entre 24 y 48 horas en comenzar a alimentarse, por lo que retirarla antes reduce significativamente el riesgo de infección.
Medidas preventivas esencialesPara extraer correctamente una garrapata se deben usar pinzas o guantes, evitando su aplastamiento. Los métodos caseros como aplicar aceite o alcohol pueden provocar que parte de la boca del parásito quede en la piel, generando inflamación crónica o granulomas.
Lo más importante es prevenir la exposición. Por ello, se recomienda: vestir ropa clara, de manga larga y pantalones largos, utilizar calzado cerrado, transitar por las zonas centrales de los senderos y evitar sentarse en la vegetación, aplicar repelentes específicos y revisar el cuerpo al finalizar las actividades al aire libre y proteger a las mascotas con productos desparasitarios.
La doctora Pulido enfatiza la importancia de examinar zonas difíciles de ver, como el cuero cabelludo, el ombligo, los pliegues corporales o la parte posterior del cuerpo. Un espejo puede ser de gran ayuda para detectar estos parásitos en lugares ocultos.
En definitiva, aunque las picaduras de garrapata puedan parecer inofensivas, su potencial para causar enfermedades graves exige precaución, vigilancia y una respuesta rápida. La prevención es el arma más eficaz frente a esta amenaza silenciosa que cada verano gana terreno en las consultas médicas.