Rosquillas de San Isidro: las listas y las tontas

Rosquillas de San Isidro: las listas y las tontas

El 15 de mayo Madrid es más castiza que nunca, sus gentes se engalanan y disfrutan de las verdes praderas donde se celebra el día del Santo, patrón de la ciudad desde el año 1212. Los chulapos y chulapas bailan un chotis al son del organillo mientras viven de la verbena en la que os puestos de comida también son los protagonistas de la feria junto a las diferentes atracciones y espectáculos pirotécnicos.

Para todos los curiosos que quieran saber el origen de las fiestas y conocer al patrón de la capital, cuenta la leyenda que el Santo nació en 1082 y tenía la habilidad de encontrar manantiales de agua en época de sequía y carestía. Muchos de ellos fueron considerados posteriormente como un milagro. Su cuerpo incorrupto fue llevado en procesión en varias ocasiones con la finalidad de invocar lluvias.

Enseguida se le empezaron a atribuir propiedades curativas al del manantial que brota del caño de La Ermita del santo. Se cuenta que su agua llegó a curar al rey Carlos V y su hijo Felipe II. La Archicofradía Sacramental de San Andrés empezó a organizar la romería en el año 1575, que a partir de 1619 tiene lugar el ya conocido 15 de mayo.

Las deliciosas rosquilas, en la época de los romanos ya se elaboraban rosquillas en la capital, durante siglos los carros de comerciantes tirados por mulas se acercaban a los festejos de pueblos y verbenas, por lo que llegaron a hacerse tan populares que no se concebía un buen festejo sin ellas.

Entre todos los vendedores fue una quien se hizo con gran fama: La Tía Javiera, cuyo origen (Fuenlabrada o Villarejo de Salvanés) aún se disputa. Jacinto Benavente, nuestro premio Nobel de Literatura, firmó una columna en un conocido periódico de tirada nacional el 10 de mayo de 1950, en el que hablaba de las famosas rosquillas de Tía Javiera: "Quizá de ninguna golosina pueda ofrecerse tanta variedad en sabor, tamaño y aspecto [...] Las llamadas del Santo son de tres clases: las tontas, las de Fuenlabrada o yema; y las de Villarejo de Salvanés, o de la Tía Javiera, que por rosquillas hizo famoso su nombre y el de su pueblo.

La confusión de si la Tía Javiera era de Villarejo o Fuenlabrada fue resuelta, nació en Villarejo, de donde era la madre de Jacinto Benavente y donde ejerció como médico su padre; lo que ocurre es que Javiera solía desplazarse a Fuenlabrada a vender allí sus rosquillas.

La opción más ligera son las "tontas", con un nivel calórico menor. Su origen se remonta a la Edad Media y son las más sencillas, ya que en su preparación se utiliza la masa tradicional (harina, huevo, azúcar, aceite y anís) y no llevan ningún baño de azúcar o glaseado, sólo van pintadas con huevo.

Si quieres algo más, las que llevan un baño de azúcar con limón son las que elaboró en su día la famosa Tía Javiera, las rosquillas "listas" o de "limón". Suelen ser de color amarillo aunque hoy en día se pueden encontrar en multitud de colores y sabores.

Otros tipos de rosquillas

Otra opción, si eres devoto de los dulces típicos de las monjas, son las de "Santa Clara", que empezaron a elaborar en el Monasterio de la Visitación. Son las que se sirven cubiertas de merengue seco blanco.

Y algo aún más refinado, las "Rosquillas Francesas". Se dice que nacieron del inconformismo de Bárbara de Braganza, la esposa de Fernando VI, para la que estos pequeños bocados le sabían a poco. El cocinero real se las ingenió para dar gusto a la reina coronando las rosquillas con almendra picada y azúcar.

Hoy en día algunos les añaden vainilla, canela e incluso piñones. Una de las ventajas de todas estas rosquillas frente a las tradicionales fritas es que al ser cocinadas en el horno, aportan muchas menos calorías.

Muchas pastelerías se han hecho famosas por este delicioso dulce, pero son 5 las más representativas de la capital:

Casa Mira: en la Carrera de San Jerónimo, 30, regentada por los herederos de D. Luis Mira. Especialistas en turrones y en postres de temporada como nuestras rosquillas.

Pastelería Riofrío: en la Calle de Génova, 28Tres generaciones de la misma familia horneando algunos de los mejores productos de repostería de Madrid. Sus rosquillas tienen fama mundial.

Pastelerías Dany: en la Calle de Antonio Arias, 3; un local de confianza, de los de siempre, : café con leche, bollos, tartas y pastas de primera; y unas tontas y listas que dan ganas de llevarse a kilos.

El Riojano: en la calle Mayor, 10, conocido por sus rosquillas pero también por sus tartas de sus bartolillos, pestiños y torrijas.

El Horno de San Onofre: en la calle San Onofre, 2, este gran hombre, este humanista, nos ha regalado algunas de las tartas, pastas y cajas de bombones más locas de nuestra vida. Sus rosquillas de San Isidro son perfectas.

Receta de las rosquillas 'listas'

Ingredientes (para unas 40 rosquillas):

Para la masa:

- 300 grs. de harina.
- 300 ml. de huevo batido
- 200 ml. de aceite de girasol.
Para un primer baño del almíbar:

- 250 grs de azúcar
- 250 ml. de agua

Para el glaseado:

- 400 grs. de azúcar glas
- 10 ml. de caramelo líquido
- 100 ml. de agua
- 2 ó 3 cucharaditas de esencia de limón.

Elaboración:

De la masa:

 - En primer lugar, en la amasadora, batimos bien el aceite con el huevo batido; cuando estén bien ligados añadimos la harina. Dejamos trabajar la máquina a velocidad media durante 20 minutos; hasta que la masa adquiera una consistencia parecida a la masa para los churros.

- Ponemos la masa en la manga pastelera con una boquilla lisa; sobre la bandeja del horno forrada con papel de hornear dibujamos las rosquillas en círculos de unos 4-5 cms. de diámetro. Hay que dejar espacio entre ellas, al hornear duplican su volumen.

- Horneamos a 230 ºC durante 15 minutos; cubrimos las rosquillas con papel de aluminio para evitar que se tuesten en exceso; bajamos la temperatura a 200 ºC y seguimos horneando durante otros 10-15 minutos.
- En un cazo llevamos a ebullición los ingredientes del almíbar y bañamos en él las rosquillas. Reservamos.

Glaseado:

- En un bol mezclamos todos los ingredientes del glaseado hasta que adquiera una textura homogénea. Cogemos las rosquillas de una en una, y por la parte de arriba las sumergimos hasta la mitad en el glaseado. Escurrimos sobre una rejilla.

- Cuando el glaseado esté duro hay que hacer otro glaseado un poco más espeso, con los mismos ingredientes, pero en menor cantidad. Lo introducimos en la manga pastelera y, con boquilla fina, dibujamos con ella el enrejado típico de estas rosquillas.

Precisiones:

- El tiempo de horneado es indicativo, depende de cada horno y del tamaño de las rosquillas. Antes de terminar es preferible sacar una rosquilla y partirla por la mitad para comprobar que está bien horneada.

- Las cantidades de los glaseados son orientativas.

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