Vecinos vuelven a sus casas tristes por el fuego en el pulmón de Cenicientos

Los vecinos de Cenicientos afectados por el incendio iniciado el pasado viernes han vuelto este lunes a la normalidad aunque con una profunda tristeza por la situación de Peña de Cenicientos, un espacio natural considerado el "pulmón" de la localidad madrileña y donde el fuego sigue activo.
El incendio, que ha arrasado en total cerca de 3.300 hectáreas, también afecta al pueblo madrileño de Cadalso de los Vidrios y la zona toledana de Almorox, donde las llamas han quedado a pocos centímetros de algunas de las viviendas.
El punto de control del dispositivo está ubicado en Cenicientos, un pueblo tomado por el medio millar de miembros de las tres administraciones, tanto los bomberos de la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha, como los militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que llevan desde el viernes luchando contra el fuego.
En este dispositivo también están integrados alrededor de una treinta de vecinos de Cenicientos que colaboran como voluntarios para alimentar y nutrir a los efectivos de seguridad.
"Hemos reunido donaciones, incluso de municipios vecinos para desayunos, comidas y cenas", explica una de las mujeres.
A cien metros del punto de control está el centro urbano, rodeado de un ambiente cargado de cenizas, donde los vecinos ya han regresado a sus domicilios tras vivir momentos de tensión en un primer momento por el avance de las llamas.
Es el caso de Miguel, vecino de Cenicientos de toda la vida que mira con tristeza el humo que llena el "pulmón" del municipio que es la Peña de Cenicientos.
"Al principio había tensión cuando el fuego venía para aquí", ha recalcado Miguel, quien ha elogiado el trabajo de los efectivos.
"Esa gente se merece el cielo", ha añadido.
La vida vuelve a las calles del pueblo, por cuyo centro caminan una mujer y su hija quienes estuvieron "muy angustiadas" pero no sintieron el "peligro".
"Es una pérdida horrorosa en esta zona con un paraje muy singular", ha señalado la madre.
Otro de los ciudadanos que tuvo el humo cerca de sus domicilios es Tomás, quien ha relatado que el viernes se enfrentó a una "de las situaciones más complicadas que ha vivido".
"Hemos visto en peligro la Peña, que es de toda la vida y nos da pena. El trabajo es muy bueno, pero se podría llegar antes. Tienen más culpa los jefes que los obreros", ha comentado.
En la plaza de Cenicientos, un grupo de jóvenes comenta la realidad que tienen a su espalda: un monte humeante, pasto de las llamas.
"Es duro ver cómo se quema la Peña que es una zona que nos identifica a todos", ha dice Jorge, que cree que las medidas se tomaron "demasiado tarde".
Otro ciudadano, más reivindicativo, asegura haberse sentido "abandonado".
En el núcleo urbano de Cenicientos también hay comercios que no han cerrado sus puertas en todo el fin de semana como el de Laura, dueña de una panadería con el mismo nombre.
"Es una situación terrible. La Peña es lo más bonito que tenemos en el pueblo. Ha sido desastroso", lamenta.
La zona que ha sido quemada es un enclave con un alto valor ecológico por su gran riqueza y biodiversidad. En sus montes y parajes se pueden encontrar pinos, encinas o enebros. También se ha recuperado un nido de águila imperial y se ha controlado y monitorizado a los ejemplares de esta especie.
El incendio, a punto de ser controlado, es el más grande registrado en la Comunidad de Madrid desde 2012 y uno de los "mayores de la historia" en la región, según han señalado fuentes del Gobierno madrileño, que expresan su satisfacción por cómo se han desarrollado los trabajos de extinción.
La magnitud de este incendio sólo se puede comparar a la del año 2012 en Robledo de Chavela, que arrasó con 1.800 hectáreas o la del Monte Abantos en 1999, que afectó a 700 hectáreas.
Esta misma zona sufrió otro incendio en el año 2002, en Cadalso de los Vidrios, que quemó 400 hectáreas.
El fuego se ha cebado esta vez con dos pueblos madrileños próximos al pantano de San Juan, Cenicientos y Cadalso de los Vidrios, que intentan recobrar poco a poco la normalidad.