“Libres” de Ana Santamaría: relatos de libertad… y de locura
Sofía Giraldo | @estaciondecult
Aunque estaba claramente indicado en la sinopsis de la contraportada, no entendí bien que “Libres” (Editorial Comba) se trataba de una recopilación de relatos de su escritora, Ana Santamaría (Burgos, 1970). Por eso, cuando Emilia aparece en el primer relato (titulado igual que el libro) le cogí demasiado apego para, después de unas páginas, quedarme huérfana de tan buen personaje. Después de este primer desamor, no es hasta pronunciar la última letra del libro, que nos podamos dar cuenta de que Santamaría sí es una “genia” del relato.
Este compendio es, en realidad, el primer volumen publicado de Ana Santamaría. Quien ya había participado en otros proyectos literarios con sus relatos y había publicado en revistas y blogs; en 2018 mereció el prestigioso premio Cosecha Eñe de relato con “Extensión”; por otra parte, “Se llamaba Hansen” fue incluido en la antología “De la solastalgía” (Comba, 2021). “Libres” se construye a partir de los dos libros ya citados junto a diez relatos inéditos de la autora.
La libertad es de definición compleja; es un concepto insaciable para pensadores. En este libro de Santamaría, la libertad convive con la locura. En la Emilia del primer relato esto es claramente así, por eso le cogí tanto cariño. A medida que se descubren los otros relatos, la manera que tiene Emilia de vivir la libertad no deja de ser así para los demás protagonistas: ellos son percibidos como locos, pero gracias a ese punto de vista, que es la voz de Santamaría, se comprueba que lo que parece locura es razonamiento al máximo o razonamiento desde otra ubicación en la perspectiva, y no la hegemónica que encuentra locura en aquello que no se adapta a su lectura cosmológica. Mi lectura de “Libres” es la de doce caminos al éxtasis de la libertad a través de la locura.
En literatura, el cuento y el relato podrían considerase el trabajo intensivo, concentran la historia. Dicen que lo pequeño es bueno: en literatura no sé si bueno, pero sí efectivo en la era de la economía de la atención. Relato corto, historia aparentemente simple, pero con profundidad de miras y ritmo ágil: esa fue la mejor fórmula que hubiera podido utilizar Ana Santamaría cuando tecleó la última letra de “Libres”.
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