Aumentar el ruido a costa de lo que sea

 Aumentar el ruido a costa de lo que sea

La estrategia se reduce, simplificando mucho, a aumentar el ruido.

En ello es maestro el Presidente del Gobierno. Si la oposición o, lo que es mucho peor, la justicia y la ley, pone su dedo índice sobre las corrupciones o corruptelas de la mujer de Pedro Sánchez y de su hermano, los escándalos de los dirigentes del PSOE, la descarada y nada ética actuación del Fiscal General del Estado o los escándalos por incompetencia de su Gobierno, se aumenta el ruido sobre otras cuestiones. Vale Franco, vale Gaza, vale lo que sea. No sólo acaba con "el otro ruido" sino que atrapa y despierta a quienes creen que lo peor que nos puede pasar en este país es que gobierne la derecha. No es la democracia lo que importa, no son los valores los que importan. Importa el ruido. Importa eliminar al adversario. Y funciona.

El PSOE ha roto intencionadamente todos los puentes y sólo vive de negociar al límite con los que sólo buscan la extorsión. Consciente de que era lo único que podía garantizarle el poder, Sánchez levantó un muro contra el centro derecha con el que se negó a dialogar y a pactar nada, buscó el apoyo de los únicos y los más desaconsejables aliados que podían permitirle alcanzar el poder y permanecer en él, convirtió al PSOE en un partido de poder y no de estado y dividió España en dos mitades enfrentadas, radicalizadas y difícilmente reconciliables. Una España de buenos, ellos, y de malos, la coalición de la derecha y la ultraderecha. Ahora, cada vez más cerca del abismo, incapacitado para gobernar, con sus socios negándole apoyos puntuales aunque sin darle la estocada final, se extrema a la izquierda y aviva la polarización, también extrema, para mantener su voto, aunque sea a costa de fagocitar a los partidos fracturados a su izquierda y de hacer de la mentira y del ruido su principal arma. Para un narcisista enfermo, agotado y fatigado de sí mismo, vale igual lo impostado, Franco, o lo real, Gaza. Vale el miedo, valen los excesos. Vale sobre todo el ruido que tapa otros ruidos dañinos. Es un ajuste de cuentas desesperado en el que vale todo con tal de ganar.

Si el PSOE ha abandonado el centro y está tratando de arañar los votos a su izquierda y los de la abstención de una izquierda desmoralizada, el Partido Popular, asustado por el crecimiento de VOX en las encuestas -lo que no quiere decir que eso se vaya a traducir en el mismo avance electoral cuando lleguen las elecciones- está cayendo en la tentación de abandonar el centro para no dejar el campo libre a un opositor que sólo busca el ruido, la exaltación de los sentimientos -muchas veces los peores- el trumpismo falaz a la española, los razonamientos simples, exaltar a la sociedad del cansancio. La derecha puede llegar a ser tan intolerante como la izquierda, tan canceladora como la izquierda si quien puede sustituir una mala manera de hacer política se pliega ante las simplezas y las falacias.

La España democrática sólo ha sido grande y envidiada cuando el centro social ha obligado al centro político a gobernar para todos, al diálogo y al consenso. Cuando se ha gobernado para todos y no para excluir a la mitad de los ciudadanos. Hay que devolver la esperanza a los españoles de que esa España abierta, tolerante, igual para todos, sin privilegios, con mayor transparencia y rendición de cuentas es posible. La política tiene que ser algo más que supervivencia a costa de lo que sea. Menos ruido y más ideas. Menos voces y más diálogo. Menos crispación y más consensos.


Madrid Actual no se hace cargo de las opiniones de sus colaboradores, que no tienen por qué coincidir con su línea editorial.

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