Un país bastante puñetero, esta Ucolandia nuestra

Resumen de la actualidad política nacional de la semana: una crónica de señores y señoras que pasan por los distintos juzgados y comisiones investigadoras para declarar como testigos, investigados, imputados o procesados, por distintas cuestiones que deberían provocar la irritación de una ciudadanía que, sin embargo, parece ya acostumbrada a contemplar este desfile como un símbolo de normalidad.
Y pocas cosas hay más anormales en la muy anormal política española que esta actualidad de banquillo, este abusivo fru-fru de togas y puñetas, trufado además de rumores sobre informes policiales que no se conocen pero que, a pesar de todo, ya cumplen, aun desconocidos, con la misión mediática que pretenden sus impulsores.
De la Justicia abusa en España hasta un ex jefe del Estado que demanda, menuda metedura de pata la de su asesoría legal, a un ex presidente autonómico y a una conseguidora con la que estuvo relacionado. Y abusan algunos personajes no muy limpios cuando se convierten en acusación particular. Y quizá, no quiero meterme en demasiados jardines, pero tengo que decirlo, incluso puede que abusen algunos jueces muy concretos. Sí, claro, hablo del procesamiento del hermano músico del presidente político. Claro que ha habido algo parecido al tráfico de influencias en el caso de David Sánchez y claro que el secretario general del PSOE extremeño tiene una cara que se la pisa cuando pretende lograr, por las peores vías, el aforamiento, que tampoco creo que le sirva de mucho, la verdad. Ahora, de ahí a tratar de meterlos, casi 'manu militari', en la cárcel, va un trecho, Señoría.
Yo, con mis limitados conocimientos de pseudo jurista trasnochado, sigo sin ver causa penal, por mucho que lo diga la jueza extremeña Biedma, en el hecho de que el Sánchez músico sea quizá un vago redomado y no se entere de la misa la media. Como, también lo digo, sigo sin ver causa penal, por mucho que lo diga el juez Peinado, en el descarado aprovechamiento de su posición de la mujer del presidente. Pero, eso sí, seguiremos viendo, en los juzgados competentes, desfiles de empresarios de altos vuelos que quizá no son muy escrupulosos y de políticos y funcionarios quizá muy serviles. O incluso de periodistas que se atrevieron a saber y contar más de lo que convenía a los poderosos. De esta manera, el circo de banquillo seguirá enriqueciendo las páginas de periódicos y los minutos de algunos informativos audiovisuales (otros, en cambio, lo silencian todo; así es la vida).
Cosa muy diferente es, por ejemplo, el pringoso 'caso Koldo', que convoca desfiles de misses y, ejem, otras profesiones por los juzgados. Porque ahí está, sí, implicado un ex ministro que fue casi omnipotente en los tiempos de su gloria y se habla de presuntas comisiones sustanciosas que, más presuntamente aún, afectarían -nótese el condicional- a muy altos cargos del PSOE e incluso del Gobierno. Pero, claro, resulta que buena parte del caudal de los ríos de tinta vertidos esta semana sobre, digamos, la figura de don Santos Cerdán, secretario de Organización del partido gobernante, se basa en afluentes de rumores acerca de un informe de la UCO, la omnipresente UCO en UCOlandia, del que sigue sin conocerse la literalidad, ni siquiera el fondo real, de su contenido.
Y eso, lo digo aunque el señor Santos Cerdán no sea precisamente santo de mi devoción, no puede ser. Yo creo que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, de cuya existencia e independencia me congratulo, debería al menos tener un portavoz oficial que pusiese las cosas en claro y no permitiese que Ucolandia atribuyese a este Cuerpo valiosísimo cosas que acaso no corresponden a verdad, realidad o situación jurídica o procesal alguna. Porque lo que está ocurriendo -tal vez UCOrriendo- no es ni normal ni ajustado al derecho a la buena fama que todos tenemos... al menos antes de perderla por motivo justificado, que todo se andará.
Ya dice el triministro Félix Bolaños que quiere "adaptar la justicia española al Siglo XXI". Supongo que no se refiere solamente a modernizar la vetusta Ley de Enjuiciamiento Civil, que, aunque revisada, data del siglo XIX. Ni a meter en cintura a los fiscales soliviantados por sus proyectos de reforma. Lo que ocurre es que el mentado triministro, personaje sin duda activo y eficaz en la defensa de sus intereses (o sea, los del presidente y su Gobierno), tiene escasa credibilidad. Tanto cuando denigra a esta 'Justicia amenazada' (como proclama el título del libro del juez Marchena, que seguramente habrá gustado muy poco al señor Bolaños), como cuando defiende 'a priori' la actuación de, por ejemplo, el Fiscal General del Estado o la imparcialidad del Tribunal Constitucional. Donde, por cierto, se prepara, aunque el ministro lo niegue, la madre de todas las batallas por la total liberalización de la amnistía. Ya verá usted, ya.
En fin, que algo muy serio pasa en un país al que un periodista le puede llamar Ucolandia -que ya digo que defiendo la existencia de la UCO; lo que critico son los rumores sin filtro que acompañan a sus actuaciones- y que es, casi por definición, puñetero, o sea, de puñeta togada. Y donde otro periodista, quizá el mismo, y acaso media España, puede decir, sin que ocurra nada, que el señor presidente se está saltando la Constitución en repetidas ocasiones. Y aquí, mire usted, nuestros guardianes de la Justicia siguen impasibles, como el que oye llover.