Vita Polo, la arquitectura también vive en un poema

Vita Polo, la arquitectura también vive en un poema

“Sostenías / entre voz y sollozo / la melancolía que se esconde en una despedida”, escribe Vita Polo Feyjóo (Madrid, 2003). Y lo hace de la forma más sutil e inteligente que existe: domando la palabra, cincelando, poco a poco, el espacio tan puro que se erige en el verso de un poema.

Siempre con deferencia y respeto; nunca desde el descaro o la insolencia. Porque así construyó Vita -o por lo menos esa es la sensación que me acompaña- el volumen “Recuperar tus lunares” (Editorial Círculo Rojo, 2021), un libro que se atreve a recuperar los buenos modales, la elegancia, el saber estar. Recuerda esta obra a las obras de la arquitectura más fina, más clásica; y no porque su fondo sea antiguo o exista un desencuentro temporal. Todo lo contrario. Esta obra evoca presencia, arraigo, frescura. Con una estructura excelente, la autora construye un recorrido literario perfectamente ensamblado: narraciones, ¡y qué narraciones!, cuya prosa, desde el primer momento, te invita a sumergirte en un sinfín de emociones; poemas, que no abandonan nunca la ligereza que acompaña a las narraciones; y, finalmente, un epistolario absolutamente conmovedor. Es esto último, de hecho, aquello con lo que uno comprende la esencia del libro, el alma de Vita. Con 5 cartas -al final la autora, sin darse cuenta, hace suyo ese dicho de que más importa la calidad que la cantidad- se nos explica cuán importante es entenderse para entender, recordar para seguir haciendo camino, relatar para dejar constancia de lo que acaeció.

Escribió Almudena Grandes, con ese ingenio que tanto le caracterizó siempre, que “hay que escribir sobre lo que se conoce, sobre lo que uno tiene cerca y de lo que le interesa; luego lo que ocurre es el milagro de la comunicación, que se asienta en el principio de que todos los seres humanos somos básicamente parecidísimos”. Y eso es lo que hace justamente esta narradora: nombrar la vulnerabilidad hasta naturalizarla, esculpir esa dimensión tan genuina que conocemos con el nombre de literatura. No siempre se cuenta con el don de la comunicación, que no es otro que el oficio de erigir puentes. Pero Vita lo tiene. Y sabe explotarlo con delicadeza. Hay algo en ella distinto, algo que merece la pena atender, leer y cuidar con detenimiento y quietud.

Siento, a su vez, que este libro no es más que un comienzo, la primera piedra de algo mucho más grande. Ya lo comenté también al comienzo: recuerda esta obra a las obras de la arquitectura más fina, más clásica. Y como bien sabemos, toda construcción, todo edificio u obra, se empieza por los cimientos. Es más tarde, con el paso del tiempo -espacio que trae consigo errores, aciertos y vaivenes-, cuando uno comienza a apreciar la solidez de los primeros pasos, a comprender que no habría nunca altitud si no hubiera soporte, origen y causa profundamente noble. “Recuperar tus lunares” lo forman poemas, narraciones y cartas, pero lo vertebra la energía de quien ha entendido la responsabilidad que hay en el acto de crear. Y esa energía no es otra que la que también posibilita el milagro del que hablaba hace tiempo Almudena Grandes. Llamémoslo arte o talento, da igual. Al fin y al cabo, como bien escribió la autora, “la vida es solo eso, / escoger qué salvavidas quieres que te bese las heridas”. Y Vita, sin haber llegado todavía a la veintena, ha decidido entregarnos uno que aporta, en un mundo que parece encontrarse desmemoriado y abatido, finura, fe y esperanza.

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