La vulnerable caja del Estado

 La vulnerable caja del Estado

No es un secreto que los ladrones sienten una insuperable atracción por el dinero, pero lo que termina de fascinarles es que allí donde esté no se halle ni bien protegido ni bien guardado.

¿Y dónde se encuentra ese paraíso de los mangantes? Muy sencillo: en la caja comunal del Estado. ¿Y cómo llegar a ella? Más sencillo aún: a través de la política. Así pues, sería absurdo extrañarse de que los bandidos se pirren por los cargos públicos con mando en plaza y en caja, o que merodeen en torno a ellos como "consejeros", conseguidores, comisionistas o empresarios.

Es repugnante, sin duda, que un arte tan elevado y necesario como el de la política se convierta en un muladar al ser colonizado por hampones de toda laya, como también lo es que el celo que pone el Estado en freír a impuestos directos e indirectos a los trabajadores no lo emplee en poner a buen recaudo, a prueba de butroneros trajeados, el producto de esas y otra exacciones que se ha de destinar, íntegro, a cubrir las necesidades de la ciudadanía y a la corrección de las desigualdades.

Esto de los Ábalos, Cerdán y Koldo, como lo de los randas satelitales de otros partidos, no representa ni una mínima parte de los robos que sufre la extremadamente vulnerable caja común de los españoles. A éstos macarras y puteros les han pillado, pero si existiera una UCO que husmeara con tanta pasión en las administraciones autonómicas, en las diputaciones provinciales, en los ayuntamientos y en las empresas que reparten mordidas en paralelo a sus sobrecostes, emergería en todo su espesor la realidad de ésta inmensa fosa séptica desbordada.

La cámara donde se guarda el dinero de los españoles no tiene, según comprobamos una y otra vez, ni cerradura, ni candado, ni pestillo siquiera. Así de fácil lo tienen los quinquis de guante blanco, ahora y siempre.

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