Una sociedad de idiotas

Deberíamos estar hablando de respuestas a los problemas de los ciudadanos y sólo tenemos preguntas: ¿cuánto queda por salir?, ¿cuántos más estarán en los audios?, ¿qué sabían los que debían saberlo y por qué no hicieron nada?
Deberíamos hablar de transparencia y el presidente se ha encerrado en un bunker y él y varios de sus ministros se esconden y no se atreven a salir a la calle.
Deberíamos hablar de ética y sólo hablamos de corrupción. De acción y responsabilidad polìtica y sólo se juega a salvar los muebles al precio que sea para seguir en el poder. Deberíamos hablar de justicia y tenemos al fiscal general imputado y a los fiscales y jueces al borde de una huelga general, después de un intento de demolición de la justicia y del señalamiento perverso y falso de algunos jueces desde el propio Gobierno.
Deberíamos tomar medidas para mejorar nuestra sanidad y los médicos de este país han dicho basta a los intentos de reforma sin contar con ellos.
Deberíamos estar tratando de ayudar a los vulnerables, que siguen siendo demasiados millones en nuestro país porque la desigualdad sigue siendo brutal, y de lo que hablamos es de una Administración bajo sospecha y de cuánto se han llevado crudo unos pocos y no van a devolver porque se lo han gastado.
Deberíamos saber qué paso el día del apagón y siguen disfrazando los hechos.
Deberíamos tener un plan de vivienda para los que no pueden acceder a ellas y de lo que hablamos es de pisos, chalés o paradores, pagados con nuestro dinero, para llevar a sus prostitutas, puteros que alardeaban de su "feminismo progresista".
Deberíamos tener un Gobierno fuerte, capaz de enfrentarse a los desafíos internos y externos, cada vez más graves, más amenazantes y tenemos el Gobierno más débil de la democracia, el peor valorado dentro y fuera de nuestras fronteras, sin Presupuestos y que sólo persigue seguir hasta el 2027, aunque sea humillándose ante sus socios y desmantelando la Constitución y las instituciones democráticas.
Del PSOE no quedará nada cuando Sánchez se vaya y el problema no se solucionará poniendo a otro líder. Lo que están haciendo Sánchez y sus dos últimos secretarios de organización, elegidos por él, defendidos por él, sustentados por él, es acabar con la democracia interna del partido, con sus principios y con su historia. Con el aplauso de su directiva y, previsiblemente como ha sido hasta ahora, de su Comité Federal. Sus militantes sabrán hasta donde están dispuestos a permitir que el PSOE sea un erial.
Decía Ortega que "los españoles de la nueva generación hemos sido educados en la irrespetuosidad a los gobiernos". Se ve que seguimos así. Pero lo explicaba bien y eso también vale para el momento actual. Eso era (y es) así "porque los hombres que los integraban hicieron imposible todo anhelo de respeto germinante en nosotros. Los discursos que oíamos, los escritos que de ellos leíamos manifestaban una cínica resolución de enfrentarse con el sentido común. Solían ser palabras y frases inanes, absurdas, exentas de contenido, como nacidas en cerebros paralíticos. Los que gozaban de un alma delicada se sentían reiteradamente ofendidos al advertir las gesticulaciones del político, la suposición de que los españoles a quienes se dirigían formaban una sociedad de idiotas".
Ortega no era un visionario como Julio Verne ni se imaginaba que un día nos gobernaría un tal Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista Obrero Español y que se dirigiría a nosotros compungido y maquillado. Lo que pasa es que la clase polìtica que tenemos no ha mejorado nada y como hace cien años, esos políticos, como decía el maestro, "han dejado nuestras almas mancas y con dos muñones: sin respeto ni esperanza". Yo me resisto a la desesperanza, me resisto a creer que los militantes socialistas de buena fe, los altos cargos, alcaldes y concejales socialistas que creen de verdad en España, sigan callados, sigan apoyando a alguien que cree que la vida social se hace desde un bunker, lejos de los problemas reales, vendido a las exigencias de unas minorías chantajistas que no creen en España y que buscan romper la convivencia. No, no podemos seguir siendo una sociedad de idiotas.