Sánchez se esconde

La aplastante derrota sufrida por el PSOE en Madrid tiene noqueado a Pedro Sánchez. Lleva una semana huyendo de los periodistas. Quien durante el estado de alarma gustaba de largas homilías televisivas en las que se escuchaba y recreaba, ahora está desaparecido.
Está llevando tan lejos su fobia que incluso canceló la tradicional rueda de prensa posterior a la Cumbre europea celebrada en Oporto.
No hay precedentes de un comportamiento tan alejado del más elemental de los compromisos de un gobernante democrático: someterse al control parlamentario y al tiempo facilitar el escrutinio de los medios. Sánchez rehúye a la Prensa porque sabe que el interés del momento pasa por analizar el resultado de las elecciones celebradas el 4 de mayo en Madrid y tendría que responder a preguntas incómodas. Todas ellas relacionadas con las razones que explican el triunfo inapelable de Isabel Díaz Ayuso y el doble hundimiento del PSOE, ante el PP y ante Más Madrid.
Preguntas incomodas porque acabarían colocándole ante el espejo de sus propios errores. Participó activamente en la campaña electoral y por lo tanto suya es también una cuota elevada de responsabilidad por tan estrepitosa derrota. La incomodidad se prolongaría al ser interpelado por la actuación de Iván Redondo, su jefe de Gabinete y gurú de la campaña. Metomentodo y hacedor de los lemas que le hicieron recitar al pobre Ángel Gabilondo, chivo expiatorio elegido para tapar las responsabilidades de quienes desde La Moncloa dirigieron a su antojo la campaña y al candidato. Sánchez también se esconde porque tras meses y meses de estado de alarma y, visto que el virus sigue atacando y la pandemia no está contralada, tendría que explicar por qué no llevó al Parlamento una ley para suplir el estado de alarma.